viernes, 30 de mayo de 2008

'La piel de un indio no cuesta caro'

. El título de mis post lo tomé prestado del título de un cuento del brillante escritor peruano Julio ramón Ribeyro. Brutal en su franqueza, me ha venido hoy a la cabeza ante la también brutal bofetada de la realidad: una joven campesina mexicana, menor de edad, embarazada, falleció recientemente deshidratada mientras trabajaba en un viñedo californiano. Había comenzado su jornada a las 6 de la mañana y no había parado, ni para descansar ni tomar agua, nueve horas después, bajo una temperatura que alcanzaba los 35º. El encargado inmediato, hizo caso omiso al desmayo de la joven (lo catalogó de normal), por lo que no se le dio la asistencia a tiempo, lo que hubiese permitido seguir a la menor con vida. Lo más triste es la posición blanda del gobierno mexicano, y en vez de usar la palabra repudio, en su comunicado apuntó que "lamentaba la muerte..." ¿pero qué es eso? ¿Es que acaso el gobierno mexicano no tiene responsabilidad alguna? ¿Es que no podría proteger de cierta forma a sus ciudadanos, haciendo que respeten derechos mínimos de los trabajadores que están al otro lado de la frontera? Inmoral es la palabra con lo que podría calificarlos: las personas que se enriquecen explotando a los trabajadores, incluso menores de edad; el gobernador de California, Schwarzenegger, que está allí para hacerse la foto en el sepelio, pero que no lo estuvo para controlar algo tan parecido a la semi-esclavitud. La migración circular, de la que hablé hace unas semanas, tiene esta lamentable cara. María Isabel Vásquez Jiménez era su nombre, y mucho me temo que Arnold, cuanto mucho, regañará a sus compadres vinicultores para que al menos les dé agua a los pobres trabajadores ( y no lo metan en problemas), y el complaciente gobierno mexicano, dirá que lo siente, pero más allá de todo esto, no pasará nada, los pobres son anónimos y al final, la piel de un indio... . Imágenes: ©Héctor Amezcua El cuento de Ribeyro, puede leerse pinchando acá. Ver la noticia en el blog mexicano .

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