sábado, 11 de diciembre de 2010

De vacaciones por navidades


 Queridos amigos lectores, es hora de hacer una parada para disfrutar plenamente de las fiestas navideñas que exigen mucho tiempo parea compartir y celebrar. Ayer he cogido mi cámara, aprovechando que había un poco de sol e hice algunas fotos de la ciudad, Múnich, la cual vive intensamente las fiestas navideñas. Una de las cosas que me asombró al conocer un poco de la cultura de estas tierras es que tienen fiestas para disfrutar de la calle en cada una de sus estaciones (si no, permanecerían prácticamente encerrados durante seis meses solo yendo de la casa al trabajo). Así que los mercadillos de navidad no solo es un espacio para el comercio, sino que uno se cita allí con los amigos en medio del frío y las bellas decoraciones. Se come algo y se toman bebidas calientes, así que en medio de unos -7 ºC uno está allí, como si de un bar se tratase, o una feria, es fantástico.



Hay mercadillos en cualquier pedazo de acera o plaza que se preste (en el aeropuerto, en los trabajos, cuando son compañías grandes, etcétera), en los que encontramos figuras para el belén, o para el árbol, regalos, artesanía y claro, muchos postres y diversas comidas en las que nunca faltan las famosas salchichas, aunque hay más delicias que saborear.

El Glühwein, por ejemplo es una de las bebidas típicas de los mercadillos, que ayuda a combatir el frío. Consiste en una suerte de cóctel con vino tinto, a veces un poco de ron, canela (a veces anís estrellado) y conchas de naranja, se sirve caliente. La verdad no es mi bebida favorita, pero si quieres compartir el ambientillo con los amigos allí no quedan muchas opciones. Me gusta más, aunque es un poco menos popular el Feuerzangenwolle, es muy parecido al Glühwein pero a la hora de servir se enciende un terrón de azúcar con unas tenacitas encima de la bebida, así que uno se toma esa bebida recién flambeada.
Bueno, os deseo unas felices fiestas y lo mejor para este nuevo año que comienza. Pasadalo bien.
















 


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cuatro hermanas y un libro


En mi último viaje a Gijón he vuelto a la librería La Buena letra. Su dueño esta vez me recomendó el libro, que ya va por su cuarta edición, Cuatro hermanas (Moonflower vine, 1962), de Jetta Carleton (Holden, Misuri, 1013-1999).

La novela ha sido publicada por la editorial Libros del Asteroide. Como curiosidad, Carleton tuvo un gran éxito al publicar este primer libro, pero que terminó siendo el único que llegó a ver la luz como libro editado. La historia es simple, una visita de las hermanas a la granja de sus padres nos deja entrever sus vidas y, a medida que avanza la historia, podemos adentrarnos a sus pasados, llenos de secretos e historias de sueños, amor filial o carnal. El libro se estructura con un comienzo en el tiempo actual de su narrador, y luego se divide en capítulos dedicados a cada uno de los personajes de la familia, en donde podemos ahondar en el pasado de cada uno.

Sin duda Carleton tiene una prosa fluida, insufla a sus personajes vida y verosimilitud, y uno puede imaginar los prados de Missouri, la granja, y toda la vida de pueblo que allí se describe. Las historia familiar junto con las individuales se vuelve un hermoso mapa de las emociones y la memoria.

Para leer un extracto.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Pastillitas como poemas



Siempre me ha fascinado México. La conozco de oídas y leídas, sus artistas y fantásticos escritores, su invaluable cultura popular. Hace días, buscando vídeos en internet sobre César Aira, encontré una maravilla que sobrevive en esos espacios fagocitados por lo más burdo: la televisión.
El autor, José Gordon, crea junto a un equipo de jóvenes ilustradores, animaciones de una gran factura tanto visual como de contenido. Es de celebrar la gran capacidad de síntesis de los mismos, ya que en menos de dos minutos, nos acerquemos a la obra de algún artista o al trabajo de alguna figura prominente del pensamiento. La serie de micros o cortos cortísimos se llama: Imaginantes. Pasen y vean:


El Mago, una novela de César Aira



La chica 100 por ciento perfecta, un cuento de  Haruki Murakami




El Pescador de ideas, acerca de David Lynch:

domingo, 21 de noviembre de 2010

La princesa y el hiyab



Por un lado, la francia de Sarkozy se empeñaba, demagógicamente, en desvelar el rostro de las musulmanas como debate nacional (que no la crisis, desempleo, etcétera), por otro, un o una artista callejera se dedica a hiyabizar los carteles publicitarios, en especial, los del metro de París. El o la artista insiste en que no pretende marcarse política o religiosamente, que simplemente es "líder de un movimiento artístico"  pero bien sabemos que no existe arte "inocente", y menos callejero. Su nombre: Princess Hijab. De hecho sus intervenciones urbanas empezaron antes del debate y su posterior ley del hiyab en Francia.



En una entrevista, Princess Hijab declara: "El Guerrilla-art es inocente y delictivo, antiguo y distópico, íntimo y político. Elegí el velo porque hace lo que el arte debe hacer: desafía, asusta y se re-imagina. He descubierto, también, que mis medios, el Guerrilla-art, presenta un misterio y una picardía que radica en su constante falta de discursos serios sobre le hiyab. Los términos hiyabización o hiyabismo siguen definiendo mi trabajo".



Sin duda, su arte rompe los esquemas de los carteles publicitarios, es inquietante pero a la vez apetece encontrarse con ese sabotaje a las falsas risas, cuerpos y poses que día a día intentan que compremos un poquito más. Sin duda, el metro de París es menos aburrido desde que tiene una princesa grafittera.







Para aquellos puristas del arte, quiero deciros que comparto con mi adorado César Aira su postura ante el arte nuevo: "Para mí lo nuevo tiene su importancia, es uno de los pocos consejos que yo puedo dar a mis jóvenes colegas, que no se esfuercen por ser buenos, por escribir bien, buenos escritores ya hay demasiados, buenos libros, no alcanzaría toda una vida para leerlos. Lo que queremos es algo nuevo, distinto, por lo menos le va a dar al mundo algo que no tenía antes".
Pues eso, que el arte magnífico ya está hecho, que hacer Las Meninas hoy en día no tiene sentido. Que lo diga Duchamp.

Ver vídeo de la entrevista de Aira.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El camino y su bifurcación


Para 'En el camino', además de intentar entender la época 
y el lugar donde vivo, también me pregunté acerca 
de mi identidad y mis creencias.
Jasmila Zbanic

El segundo largometraje de Jasmila Zbanic (Sarajevo, Bosnia-Herzegovina; 1974), En el camino,  cuenta la historia de una pareja con un hecho histórico en la memoria como telón de fondo: las consecuencias de la casi reciente guerra de Bosnia. Luna y Amar poseen trabajos un tanto cercanos, ella es azafata y él controlador aéreo. Ambos, enamoradísimos el uno del otro, son musulmanes no practicantes, de hecho, él tiene problemas de alcoholismo y viven juntos sin estar casados. La pareja avanza, tratando de enfrentar sus problemas, pero un giro inesperado hace que una decisión de Amar vaya poco a poco separándolos. No puedo adelantar si ambos salvan la relación, pero al mismo tiempo puede verse las heridas de la guerra, de las ciudades forzosamente abandonadas, las deudas con lo pasado. Aunque se toca el tema de la maternidad, no es ello sino un tema más que se une al conflicto de dicha pareja.

Las actuaciones de Zrinka Cvitesic (Luna) y leon Lucev (Amar) 
son bastante destacables.

Zbanic teje una historia creíble, sus personajes son de carne y hueso, la historia avanza a veces por caminos intrincados, pero logra salvarlos. Quizá los últimos veinte minutos nuestra directora pierda fuelle, pero aún así la película se salva.
Comparto la opinión de Jordi Costa en que la directora condena a Amar, su personaje masculino, a partir de cierto punto de la película, pero a veces los narradores caen en esas debilidades, incluso lo hizo Cortázar en un bellísimo y triste relato Lugar llamado Kindberg.

Los conflictos que van apareciendo entre ambos 
crea una brecha que se dispondrán salvar.

La película es recomendable, y a pesar de no ser una obra maestra (¿cuántas lo son?), bien vale la pena asomarse al universo de esta interesante directora bosnia, que en 2006 se hiciera con el Oso de Oro del Festival de Berlín por Grbavica, entre otros premios.




Unas interesantes reflexiones de la directora.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Teatro de andar por casa


Mañana, nueve de noviembre se da inicio en Madrid al segundo Festival de Teatro Íntimo  (FesTi). La propuesta de dicho festival, dirigida por Santi Senso, se inspira en diversas propuestas teatrales como lo han sido el teatro de los sentidos, de los sentimientos o el del silencio, por ejemplo. En ambas, lo íntimo predomina, la experiencia cercana con el hecho teatral, la creación que incluye desde olores a sabores, en le caso del teatro de los sentidos. Agrupando diversas filosofías de las que parten algunos teatros, dicho festival se realiza en casas particulares, siendo la casa la que se vuelve espacio de la representación y participación.



La programación  (del 9 al 14 de este mes) puede verse en su página web. El aforo, como imaginarán, es limitado, así que hay comprarlas con cierta antelación. Dentro de la programación (tomada la información de Es Madrid) se contempla:
  • Casa en venta (Dirigida por Moisés Mato; jueves 11 y viernes 12, a las 21.00 h.): Esta obra, que combina humor y tragedia presenta una casa donde cada estancia evoca el pálpito silencioso de las víctimas de todas las guerras no declaradas.      
  • ProtAgonizo en casa (Dirigida por Ester Bellver; jueves 11 y viernes 12, a las 21.00 h.): En esta pieza, una actriz mira su imagen frente al espejo de un camerino en el que verá los diferentes escenarios a los que ha subido en su vida, reviviendo los papeles que ha representado en el teatro.
  • El ojo mágico de la puerta (Dirigida por Carlos Javier Sarmiento; viernes 12, y sábado 13, a las 21.00 h.): Su argumento gira en torno a una pareja, en la intimidad de su casa, que no sabe que es vista y oída por el público. Normalmente, observar la intimidad es algo que está mal visto, pero aquí se puede mirar, se puede entrar, a través del ‘ojo mágico de la puerta'. 
  • No amanece en Génova (Dirigida por Raúl Cortés; sábado 13, a las 21.00 h. y domingo 14, a las 20.00 h.): Esta obra trata sobre un rey que cada día mata al azar a once personas y que, ante el horror de su entorno, pide una sola razón por la que dejar de hacerlo. Cuando llega El Poeta, tratará de doblegar la lógica de la muerte mediante la poesía.
  • Cabaret íntimo (Creado e interpretado por Bruno Gullo y Kateleine van der Maas; sábado 13, a las 21.00 h. y domingo 14, a las 20.00 h.)  El objetivo es convertir cualquier lugar en un Cabaret internacional; interactuando con diversos elementos de las casas. Los artistas, junto con los huéspedes, crearán un ambiente festivo, emocionante y familiar, repleto de música y espontaneidad. 
  • Como en casa: (Dirigida por Santi Senso; sábado 13 a las 21.00 h.) es una propuesta con la que se pretende incomodar e incomodarse mediante la invitación de los inquilinos de una casa a un grupo de personas que participará en su vida cotidiana. 
 Parte de la experiencia de lo que se puede experimentar 
en teatro de los sentidos. Imagen de El Mundo.

Para participar en los talleres que también tendrán lugar o para acceder a las entradas, se puede escribir a tifestival@gmail.com  y/o adquirirlas en:


- Vestuarios Izquierdo
C/Amor de Dios, 13 local.
Metro: Antón Martín
Telf. 914299533
- Galeria Rina Bouwen
C/Augusto Figueroa, 17, 3º
Metro: Tribunal o Chueca.
Telf. 915222989

martes, 2 de noviembre de 2010

Al calor del sabor y las palabras


Desacralizo la salud, las dietas y las buenas costumbres. 
Hablo un idioma que cautiva al paladar
Carmen Mendoza Cámara


Hoy ha llegado a mi casa Al calor del sabor (México, 2009), una suerte de mezcla entre recetario mexicano, pequeñas crónicas y memorias, salpicadas de algún poema o narración. Su autora: Carmen Mendoza Cámara maneja la palabra y los fogones con gran agilidad. Su blog, Saborearte entusiasma tiene más de 120 seguidores de todo el mundo, y al igual que el libro, podemos asomarnos a su prosa fluida en la que predomina la cocina tradicional mexicana y parte de su cultura más allá de la culinaria.

El libro se compone en 12 partes a manera de calendario, en la que ciertas fiestas y temporadas van marcando los platos, lo que tocaría ahora en noviembre, por ejemplo, que se celebra tal día como hoy en México la fiesta del Día de Muertos, la receta del pan de muerto (ver imagen a la derecha), pero Carmen acompaña a su receta, además, por una historia magnífica llena de memoria mientras la abuela reza el rosario en el cementerio.

Os recomiendo el blog y el libro, pudiéndose comprar este último, escribiendo a sociedadamazona@gmail.com o si se está en México, directamente en:
-Restaurante Monte Kailas. Filosofía y Letras No. 17. Col. Copilco Universidad; Ciudad de México.
-Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero. Km. 2.5 carretera antigua a Coatepec No. 351,   Congregación El Haya. CP: 91070; Xalapa.
- Librería El Alquimista. Morelos 1b. Col. Centro.Querétaro, Qro.

El libro se aleja de los dogmatismos, es como una conversación entre fogones, y si bien algunos de esos ingredientes serían en muchos lugares difíciles de conseguir, hay recetas que están al alcance de nuestras tiendas de alimentos o que bien podríamos adaptar con un poco de astucia a nuestros ingredientes más cercanos. Como diría mi queridísimo Fatih Akin: comida para el alma.

Altar erigido por el Día de Muertos*, en la que se ve a la derecha 
el pan de muertos como parte de la ofrenda a los difuntos.

*Imagen extraída del blog Ingas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El cine a Bocados/ VI Parte


American snack’
Para terminar nos asomaremos rápidamente al cine norteamericano, en el que claro, abunda su fast food, pero Tarantino lo recoge muy bien en Pulp fiction (1994). No en balde la película comienza y termina en una cafetería típica americana, y Mia (Uma Thurman) lleva a Vincent (John Travolta) a tomar batidos y hamburguesas en un restaurante con mesas dispuestas dentro de coches antiguos y camareros disfrazados de dobles de estrellas de los 40 y 50. Con ello le da coherencia al personaje, esposa de un mafioso, la cual no puede ser una mujer de gustos refinados. A ello se le suma la “filosófica” disertación de los dos gángster de algunas diferencias gastronómicas entre Europa y América:

    – ¿Y sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en París?  
    – ¿No lo llaman cuarto de libra con queso?
    – Utilizan el sistema métrico, no sabrían qué coño es un cuarto de libra.
    – ¿Pues cómo lo llaman?
    – Lo llaman una Royale con queso.
    – Royale con queso.
    - Sí, eso es.
    - Aha... ¿y cómo llaman al Big Mac?
    - Un Big Mac es un Big Mac, pero lo llaman Le Big Mac.
    - Le Big Mac... ¿y cómo llaman al Whooper?
    - No lo sé, no fui a ningún Burger King... 

Más allá de las célebres escenas del día de Acción de Gracias, donde las familias suelen encontrarse para terminar aflorando las diferencias, y que abordaremos más adelante, sin duda alguna es la comida entre los italo-americanos, en el cine estadounidense, y en especial sus historias a cerca de la mafia, siempre están sazonadas con su gastronomía típica; aunque en la trilogía de El Padrino (The Godfather;  Francis Ford Coppola; 1972; 1974; 1990), por ejemplo, el protagonismo de la comida se lo llevan las escenas de boda. Pero si hablamos de escenas memorables en este género hay que mencionar a  Uno de los nuestros (Goodfellas, Martin Scorsese; 1990), en la que encontramos a un grupo de mafiosos encarcelados preparando una cena digna de reyes. Contrasta el austero escenario con la opulencia de la cena: cajas de vino, langosta, gruesos filetes de carne, escena más que suficiente del trato preferencial del que gozaba la mafia mientras sus miembros esperaban a ser liberados. De hecho, Scorsese pone en boca de uno de sus mafiosos algunos secretos de la salsa de tomate de su madre. El paso del trato de favores dentro de la cárcel, va siendo ilustrado a través de las comidas, poco a poco los alimentos que van consumiendo son más exquisitos y costosos.
Ver una de las escenas (en inglés).


Un café, hamburguesa y tarta de cereza


También las cafeterías aparecen perenemente las películas norteamericanas. David Lynch recurre a ellas con insistencia. Es curioso pero resultan tan frías e impersonales, que normalmente resaltan la soledad de los personajes o su intransitoriedad. Comparémolas con el modelo de café parisino, en donde se lee y se pasa el tiempo. La cafetería que aparece en la serie y en la película de Twin Peaks (1992) se ha hecho realmente célebre. Lynch no ha ocultado, y así lo revela su trabajo fotográfico, su amor por  el pintor Edwar Hopper*, en cuyos cuadros abundan esas mismas carreteras norteamericanas, estaciones de gasolina y cafés. Todos esos paisajes parecieran remitir a la nada y, como se ha mencionado, a la soledad. 


En Blue Velvet (1986) se dan cita Sandy y Jeffrey en un café para hacerse confesiones. En Mulholland drive (2001) Betty y Rita se encuentran en una de estas cafeterías, e igualmente aparece una inquietante escena en la que dos hombres discuten en un café, pero los espectadores no podemos oír de qué hablan. (ver esta escena). En el fondo, el director contrasta estos espacios por antonomasia "reales" con la más completa  y dudosa realidad.

Vale citar The Loveless (1982;  Kathryn Bigelow), el ya clásico musical Grease (1978) o Tomates verdes fritos (1991; Jon Avnet); pero la lista sería interminable, los hemos visto cientos de veces en sus películas... pero otro referente que tenemos del cine norteamericano y su comida son sus famosas cenas del día de Acción de Gracia (Thanksgiving day)

Antes de cerrar este apartado quisiera mencionar la escena de Delitos y faltas (1989) en la que Mia Farrow aparece con Woody Alen, almorzando una hamburguesa en el cine. Queda en claro el amor de ella. Halley, por el cine, al preferir ir al cine antes que ir a almorzar.


Cómo sobrevivir al 'Thanksgiving'


Si algún tema nos han presentado el cine norteamericano acerca de su cultura es la célebre reunión en torno al día de acción de gracias. En su mayoría, si escapamos del cine más ñoño o de alguno bastante singular, lo que es recurrente en dichas cenas, llevadas a la gran pantalla,  es que el obligado reencuentro familiar se convierte en un ring de pelea; siendo la cena, un verdadero Macguffin para los reenfrentamientos de los viejos problemas irresueltos dentro de la familia. De las pocas célebres en que ello no es un terreno de peleas sino de gozo es en Hanna y sus hermanas (1986; Woody Allen). La historia se enmarca temporalmente entre dos Thanksgiving. Es hermosa una de las escenas en que las hermanas se dedican a los últimos preparativos de la cena, en donde la armonía y el buen rollo se dejan entrever.

Una magnífica escena de la cena, que tiene ese paralelismo con lo anteriormente mencionado, en la que se vuelve una verdadera fiesta fraterna alrededor del pavo y demás delicias, es la que aparece en Avalon (1990; Barry Levinson). Desde la perspectiva de unos inmigrantes (judíos, originarios de Polonia) presenciamos a una numerosa familia comiendo. La matrona espeta en medio de la cena del Thanksgiving: "Esta fiesta nunca la he podido entender... 'Thanksgiving'... dar las gracias a quién". La cena sirve para rememorar sus propias historias de inmigrantes, hay risas, discusiones laxas y algo de humor. Ver escena de Avalon (en inglés).
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Temas como la homosexualidad se ponen también en la mesa, 
en ¿Qué se está cociendo?

Pero hemos afirmado que en su mayoría esta fiesta se vuelve un terreno de tensiones familiares y, aunque muchas películas que giran en torno al tema, destacaremos algunas pocas por singulares. Una de ellas es ¿Qué se está cociendo? (2000; Gurinder Chadha), la directora nos relata cuatro historias multiculturales y multiraciales en el día de acción de gracias. Es de destacar que podemos ver muchos detalles de las preparaciones. Ver tráiler (en inglés). En la conocida Brokeback mountain (2005, Ang Lee), los dos protagonistas, ambos casados, cenan con sus respectivas familias y en cada escena queda en claro los problemas familiares de ambos amantes y la fragilidad de sus relaciones. (ver parte de las escenas, en inglés). Del mismo director chino también es célebre su Tormenta de hielo (1997) y cuya cena de Acción de Gracias permite enmarcar a esta familia en un rito convencional, pero a medida que avanza la historia nos devela la hipocresía de sus "pilares". Es memorable cuando la joven hija le toca dar las gracias, antes de cortarse el pavo, y convierte dicho agradecimiento en un verdadero, aunque breve, discurso social. Ver la escena en inglés.
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En una secuencia en la que se llega hasta la violencia física aparece en Esencia de mujer (1992; Martin Brest). El protagonista llega sin ser deseado a esta cena e, irremediablemente, pone todo de cabeza (Ver escena en inglés). Jodie Foster dirigió A casa por vacaciones (1995), en la hay espacio tanto para el encuentro como las histerias o tristezas del desencuentro. Interesante película aunque quizá le falte redondez (ver escena del pavo, en inglés).

Otras películas para masticar
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El Gatopardo (1963; Luchino Visconti) y la suntuosa cena aristocrática.

Soul Kitchen (2009; Fatih Akin) la cual fue reseñada en este blog, en donde se mezcla humor y drama.

Estómago (2007; Marcos Jorge) galardonada con la Espiga de Oro 2008 del Festival de cine de Valladolid, una historia social que mezcla lo carcelario, el amor y la antropofagia. Muy recomendable.
Los amigos de Peter,(1992; Kenneth Branagh) en la que se dedican largas y deliciosas escenas en torno a la comida como espacio de celebración y encuentro de las amistades-


Desayuno en Tiffany's (1961; Blake Edwards); aunque breve, la sola idea de que esta mujer tome su desayuno frente a la famosa joyería es de una eficacia sorprendente: con este breve acto podemos saber mucho de la personalidad de Holly.
Lo que resta del día (1993; James Ivory). En esta película asistimos a una puesta en escena majestuosa en  torno a la comida, desde la cena de los mayodormos, amas de llave y demás ayudantes hasta la aristocracia inglesa en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Ver una escena en inglés.

Si algo ha demostrado este recorrido es que pocas cosas se aferran más a la memoria como los olores y los sabores, la textura de los alimentos en la lengua o en la mano, el crujiente sonido al untar mantequilla sobre una tostada o al morder una manzana. Sensaciones culinarias que permanecen, haciendo cosquillas, en el paladar del recuerdo y que en el cine en ocasiones actúa como sabrosa guarnición de obras magníficas

Ya le tocará en algún momento a los maridajes del vino, postres, bodas, etcétera...
Los manjares están servidos, que empiece la película.


* Leer: Algunos referentes pictóricos de David Lynch; 2008, Jesús Ademir.


sábado, 9 de octubre de 2010

El cine a Bocados/ V Parte

Asia se paladea
Al contrario que Occidente, si se revisa un buen número de películas asiáticas, encontramos que la comida y sus ritos están presentes con una naturalidad sorprendente. La mesa es espacio de reflexión solitaria o para encuentros familiares o sociales. Si la secuencia es dentro de una casa de familia es casi imposible que no aparezca la cocina o la mesa servida.
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La joven, de El camino a casa, prepara a su amado platos como símbolo 
de su sentimiento y ejecuta esta tarea como si todo ese amor dependiera de ello.
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En El camino a casa (1999; Zhang Yimou), la joven enamorada aparece cocinando siempre para su familia y su amado, le prepara viandas cada vez que éste parte, como símbolo de amor y cuidado que le es entregado. En El olor de la papaya verde (1993; Tran Anh Hung), las escenas de rasgo costumbristas se dejan entrever, contemplativamente, especialmente en la preparación de los alimentos.
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La película de Ang Lee es una de las joyas en cuanto al tema.

Un referente obligado es la película del director chino Ang Lee: Comer, beber, amar (1994), en la que se relata una historia familiar, con la tradición y modernidad como telón de fondo. El chef viudo Chu (Sihung Lung) reune cada domingo a sus tres hijas, haciendo del banquete no sólo un acto celebratorio y de amor, sino de comunicación profunda y rito de unión. He querido dejar de lado a los banquetes de boda, cuya aparición normalmente hace más hincapié en su función de rito social que gastronómico y que bien abarcaría un especial por su extensión.

En El sabor de la sandía (2005; Tsai Ming-liang) nuevamente se hace presente el binomio eros-alimento, en la transformación erótica de la sandía como sexo femenino, y también vemos una hermosa escena de cuidado y seducción en donde el joven Kang-Sheng Lee prepara una maravillosa cena a su amiga.
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Dos prostitutas conversan relajadamente con un policía que les acompaña 
mientras comen, en La Calle de la vergüenza.

La filmografía del japonés  Kenji Mizoguchi está repleta de escenas alrededor de la comida, y no precisamente en la que sus protagonistas son las geishas (allí aparecen acompañando a los señores a sus cenas, escanciando sake), sino en aquellas películas donde los personajes son gente corriente. En La calle de la vergüenza (1956), las prostitutas, como una gran familia, siempre se reúnen a la hora de la comida, y se vuelve un espacio tanto para la celebración como la pena, al igual que ocurre con las prostitutas de La mujer crucificada (1954). En Los amantes crucificados (1954), la joven sirvienta mima a su amo con la comida mientras él se dedica al trabajo, quedando en evidencia, para el resto de la servidumbre, su amor (prohibido socialmente) por éste.
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 Escena en la que se remarca la soledad del personaje, en La Anguila.

Shohei Imamura también hace presente la comida como algo natural y como un acto de amor en La Anguila (1997). La joven ayudante de la peluquería prepara patatitas dulces para los clientes y se convierte en una cocinera amorosa; para contrastar su partida, aparece nuestro protagonista solo, en una mesa servida toscamente, remarcando la ausencia, la soledad y tristeza del personaje.

El esteticismo con el que Wong Kar Wai impregna sus películas, 
se hizo hermosamente evidente en Deseando amar.

En la prolija filmografía del joven director surcoreano Kim Ki-duk no abundan las escenas donde la comida tiene gran importancia, pero cabe recordar El Arco (2005), cuando la joven en el barco destapa su solitario almuerzo, levantando un paño de seda violáceo, como si desnudase la pequeña mesa. Wong Kar Wai prefiere apostar por las atmósferas posibles de los restaurantes para remarcar el tedio, la cotidianidad y los espacios sociales que los personajes ocupan. Son telones de fondo, excusas para el encuentro. Hace transitar a sus personajes a través de  tazones o cocinas humeantes y gente en movimiento: Deseando amar (2000), Chungking Express (1994) o 2046 (2004). Si olvidar los restaurantes sencillos, los puestos en la calle de fideos de Ángeles caídos (Duo luo tian shi; 1995) y una de sus más recientes y más fallida, con respecto a las anteriores, My Blueberry nights (2007).
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Una escena de 2046.


El carácter urbano de Chungking Express contrasta con los 
ambientes más íntimos de otras de sus películas.

El sabor del té verde con arroz (1952; Yasujiro Ozu); El último viaje del juez Feng (2006; Jie Liu); La Boda de Tuya (2006; Wang Quan'an; ) o El catador de venenos (2006; Yoji Yamada) son algunos otros títulos que podríamos mencionar donde la comida se hace presente en los espacios habituales de sus protagonistas.
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 El hermano alimenta a la más pequeña, hermoso gesto del ofrecer los 
 alimentos como signo de cuidado, amor y mimo en La Boda de Tuya.
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Una escena del El Sabor del té verde con arroz.

‘Tampopo’: primero observar el cuenco rebosante
Pero si hay una película que se convierte en verdadero homenaje a la comida y  a todo lo que le rodea e implica es la japonesa Tampopo (1985; Juzo Itami), autoproclamada no sin humor como el primer noodle Western (western de fideos). Desde el inicio, sus propósitos son expuestos en una escena-epílogo: una suerte de gánster impolutamente vestido de blanco entra con su novia al cine, mientras le sirven en una pequeña mesa, con champán incluido. Poco después, el gánster amenaza ferozmente a un espectador que  hace  ruido con la bolsa de patatas, para dar comienzo a la historia.
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El modesto restaurante de Tampopo y sus clientes habituales.

Dicha historia podría resumirse como el viaje iniciático hacia el aprendizaje de la preparación de la sopa de fideos. La complejidad y sencillez que encierra la cocina queda planteada en esta narración, acerca de la esforzada pero fallida cocinera Tampopo (Nobuko Miyamoto), de la mano de Goro (Tsutomu Yamazaki). 

 La serenidad del maestro contrasta en esta escena con la premura del aprendiz.
Goro es un cowboy urbano, y el clásico caballo es remplazado por un camión. Mientras lo conduce, su ayudante va leyéndole un libro, en el que un alumno le pregunta al maestro la manera adecuada de comer la sopa de fideos; conversación en la que se asoma ironía y humor hacia la ritualidad oriental, pero, que a su vez, da paso a la belleza, para entregarnos un diálogo inolvidable:

– Maestro, ¿primero la sopa o los tallarines?
– Primero observar el cuenco rebosante…
– Sí señor.
– Aprecia la armonía del conjunto, percibe el aroma… joyas de manteca, resplandeciendo en la superficie, brillantes raíces de shinachiku, algas, hundiéndose lentamente, cebolletas de primavera flotando… Concéntrate en las tres rodajas de cerdo, desempeñan el papel principal, pero permanecen modestamente ocultas. Primero acaricia la superficie con la punta de los palillos… para demostrar afecto. 

Ver la escena de los fideos (con subtítulos en inglés)
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Sin duda, el cine asiático no ofrece también un erotismo original e intenso, 
como esta escena que raya entre lo gracioso y una sensualidad poderosa.

Esta singular historia  es acompañada por pequeños relatos en las que el hilo narrativo sigue siendo la comida. La risa, sensualidad y erotismo se entremezclan en sus intenciones, y la comida es la protagonista y la gran homenajeada. Unos indigentes charlan a la altura de los mejores críticos culinarios (se han hecho expertos de tanto recoger las sobras de los restaurantes); unos amantes preludian el encuentro amoroso con huevos crudos, miel y crema batida.

Una de las escenas más hermosamente eróticas.

Más adelante, una púber que recoge ostras se ve sorprendida por el despertar erótico: un hombre apuesto le pide que le venda una ostra. La joven accede, pero en el intento de morderla, el extraño se corta un poco el labio con la concha, la gota de sangre cae encima de la blanca y suave ostra; solícita, la vierte dentro de su mano para que él la coma sin cortarse, entonces lame la mano y come. Luego, la pescadora lame la sangre de los labios del hombre, una y otra vez, con absoluta delicia. Veo ahora posible una simbolgía entre lo que podría ser la pérdida de la virginidad: entre el molusco, la concha abierta con  la carne fresquísima y la sangre que mana de los labios de él.

Ver la escena de la ostra (Sub. en inglés)
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Cabe destacar la hilarante escena, en la que asistimos a una clase (para aspirantes a mujeres refinadas) en donde les toca comer espaguetis a la vongolesa (occidente). Con afectación, la profesora aconseja coger uno o dos hilos en absoluto silencio (recordemos que en japón hacer ruido al sorber la sopa es la norma). Un comensal occidental, que está sentado en el salón, comienza a engullir de manera grosera su plato de pasta, y en pocos minutos, todas comienzan a imitarle como un referente más fiable, convirtiéndose en una total locura. Estas historias funcionan como una urdimbre en la que se sostiene este homenaje maravilloso y fresco a la gastronomía, y que sin duda, ilustra con las anteriores, la cercanía culinaria de los directores japoneses a la hora de narrar sus historias.

Ver la escena de la pasta (en japonés pero funciona igual sin entender, si se ha leido el párrafo anterior)

Próxima y última entrega: American Snack y Cómo sobrevivir al Thanksgiving