miércoles, 13 de junio de 2012

Treinta años sin Fassbinder



No hay hecho verdaderos. Lo verdadero es lo artístico.
R. W. Fassbinder


En una entrevista en Cannes* el director Rainer Werner Fassbinder declara: "mi plan es filmar mi película treinta cuando cumpla los treinta". Claro está que no lo cumplió como tal, faltaban apenas unas semanas para cumplirlos y estaba en su película número 27, pero sus palabras recogen el ansia que emanaba de su ingenio incansable y portentoso, que no decayó ni en el último momento antes de su muerte. Un accidente cerebrovascular junto a una mezcla de somníferos y cocaína provocó su muerte y, no es de extrañarse que cuando le encontraron en su habitación de la Clementstr. 11, el 10 de junio de 1982, estaba rodeado de anotaciones y hojas de lo que sería parte de su próximo proyecto acerca de Rosa de Luxemburgo.

Hoy, a los treinta años de su muerte, la Berlinale ha proyectado restaurada Welt an Draht (El Mundo conectado, 1973), por otro lado, el canal Arte franco-alemán le rinde homenaje, para que el público pueda acercarse a la creación cinematográfica de este genio del cine alemán y se dedica,  además,  una edición conmemorativa de DVD con cuatro de sus películas. También la ciudad de Múnich ha inaugurado una exposición en el Teathermuseum, hasta septiembre, siguiendo los homenajes entre publicaciones acerca de este e, incluso, hasta una película biográfica se ha empezado a rodar en  abril.


No fue un hombre simple, a los nueve años había escrito su primera obra teatral acerca de unas flores que se enamoraban. No encajó bien ni en escuela ni universidad. Su bipolaridad lo hacía oscilar entre el despotismo más agresivo a la generosidad y compresión absoluta, pero, sin duda, fue una persona solitaria aunque haya vivido siempre rodeado de personas, de una gran familia que se "reconstruyó"  a lo largo de los años.

Recientemente he leído (devorado, la verdad) una interesante biografía sobre él escrita por Robert Katz y Peter Berlin. A veces me pregunto qué es lo que me gusta de su cine, y me respondo: su irreverente inconformidad, reflejada en sus ganas de criticarlo todo, de no conformarse con un dogma e intentar ir más allá de las apariencias. Ello le valió el odio de muchos sectores y grupos. Las feministas lo llamaban misógino, los gays y lesbianas también se molestaba por hacer películas en los que aparecían como villanos, de antisemita, porque juzgó a esa sociedad alemana de aquel entonces, la cual estaba empeñada en borrar su pasado, negándose a hablar abiertamente del holocausto. Sus biógrafos apuntan acerca de tal acusación: "Nadie se sorprendió más que Rainer, a quien la idea de volverse antisemita le era tan cara como la de hacerse cura".

Por otro lado, la izquierda también se quejó por como este la retrata en El Viaje a la felicidad de mamá Kuster (1975), pero por la misma película se enfureció tanto la derecha como los anarquistas... y lo que puede verse en ella reflejado, simplemente, son los intereses o la perversidad del poder venga de donde venga y sobre todo, la condición humana egoísta. Él aclara al respecto en una entrevista realizada el día de su muerte**: "Es imposible ser justo con nadie. No se puede retratar bien a los homosexuales ni tampoco a los heterosexuales… no  se trata de retratar la homosexualidad sino al individuo y cómo forja su identidad".

El tiempo pone todo en su sitio, y ahora podemos ver la fuerza potentísima de su creación, y su singular universo creativo que a más de un cineasta ha inspirado, como bien lo confiesa y evidencia el trabajo de Almodóvar o bien el de Kaurismäki, entre otros. Sus atmósferas lacónicas que remarcan la soledad, la artificialidad intencionada de las actuaciones con las que quiere escapar del realismo. Pero son también esa artificialidad y ese estilismo exacerbado las herramientas con las que Fassbinder intenta un distanciamiento que nos permite asomarnos a lo que mueve al personaje, sirviéndose de  las escenas largas y de una cámara más bien lenta: "Si dura mucho (habla de la escena), si se alarga, realmente se puede ver lo que les sucede a las personas dentro de la misma. Se puede ver y experimentar, en relación con sus propios sentimientos, lo que está latente. Si se corta en escenas como esas, nadie comprendería de qué tratan".


En un magnífico artículo para Süddeutsche Zeitung, Fritz Göttler escribe acerca de El Mundo conectado: 


Una fría melancolía reposa sobre ese mundo, una indiferencia y tristeza, y ello será cada vez más marcado en la obra de Fassbinder: El temor del director ante el fantasma de la incomunicación de su propia existencia, por lo que su vida real solo se puede encontrar en sus películas. Que no es solo sino el melodrama como imitación de la vida.

Sin duda, fue un creador prolífico que alcanzó el récord de filmación de doce películas en un año (1970, en las que se incluyen 7 para cine y 5 para TV), la mayoría, además de dirigidas, escritas por él. Con 36 años, edad en la que murió, había creado 43 obras tanto para el cine como para la televisión, en tan solo 13 años. Pero más allá del sorprendente y frenético ritmo creativo, está una obra de un autor singular, no solo en la forma de hacer cine sino también en el resultado, sus películas tienen un sello único, poderoso e irrepetible.  Wolfang Limmer, quien escribiese el primer libro acerca del autor afirmaba al respecto:

Era cuestión de calidad y también de cantidad. Si a uno no le gustaba  una película, sabía que en cuestión de semanas aparecería la siguiente, por eso la desilusión no duraba mucho.
El aspecto cualitativo era más difícil de explicar. Tenía que ver con su energía, su honestidad, su manera de tratar los sentimientos. En esa época los directores alemanes quería filmar testimonios políticos y sociales sobre lo mal que se vivía en Alemania. Algunos lo hacían con bastante habilidad, pero no sabían tratar los sentimientos humanos, sobre todo los propios. Fassbinder sí sabía hacerlo y lo hacía con un grado de inmediatez casi única en la escena alemana.



En su faceta como actor en la película Schatten der Angel de Daniel Schmid, 
en la que participó, además como coguionista junto a su ex mujer Ingrid Caven.



Fundación Fassbinder
Un blog muy completo acerca del autor: Rainer Werner Fassbinder, el genio alemán.


Como colofón os dejo esta hermosa canción, Lili Marleen,  en la voz de Marlene Dietrich, canción que utilizara Fassbinder en su película homónima, canción que sonó también el día de su funeral.





* Con el periodista Christian Braad Thomsen en 1975.
** Realizada por Dieter Schidor para su documental El mago de Babilonia.
El amor es más frío que la muerte. Rainer Werner Fassbinder. Robert Katz y Peter Berlin; Barcelona, 1988. Edit. Gedisa