La gélida mirada de las mismas y su escenario son irreales, estéticamente hiper cuidadas, colores, composición... pero se deja colar un grito que engulle el mismo estómago, que va desde lo macabro, como la niña con la tarta de cumpleaños y el cuchillo hasta la de la bañera en líquido rojo, que no deja de recordar a la estupenda película American Beauty, en la que el padre de una adolescente, sueña entre una bañera de pétalos rojos a la compañera de clases
de su hija.
Menos duras son las que omite la sangre -en la que es indudable su referencia a la transgresión de un frágil cuerpo- y que remiten a contenidos de críticas más sociales, que marcan a la mujer desde su nacimiento por su condición sexual, aunque el autor dice hablar de la infancia en general:
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Niñas en traje de novias, en tutú negro, en jaulas, jugando a ponerse bolsas en la cabeza, en trajes inmaculados pero siempre una referencia a la sangre... eso sí, siempre maquilladas, con complementos femeninos.
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El fotógrafo afirma que en un sentido general sus trabajos demuestran una especie de opresión, aquella ejercida por los padres para planificar e interferir en el futuro de sus niños. "La apariencia de mis figuras oscilan entre la gente real y las muñecas, y aunque las imágenes son estéticas, quiero reforzar el sentido de distorsión". Según palabras de Zhang Peng, quiere recordar que, bajo la belleza y la magnificencia se esconden a veces un dolor infinito que nunca conoceremos.
. © Zhang Peng
Jo, me encanta descubrir artistas nuevos pero estas fotos dan miedito...
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