Andrea Arnold
Foto: Steve Carty para la CBC.
Hace un par de años escribí acerca de una película que me había impresionado: Red Road (2006), dirigida por la directora inglesa Andrea Arnold. Afirmé que quería seguirle la pista, y me interesó, especialmente, su visión femenina. Recientemente, se estrenó en España su última película: Fish Tank (2009), la cual me convenció de que esta directora sigue siendo fiel a su búsqueda del universo femenino, dentro de esa periferia, que se parece a todas las periferias (por lo menos las occidentales). Su cine, si bien aborda lo social como bien lo hace el veterano inglés, Ken Loach, su perspectiva femenina, sin embargo, da paso a matices muy sugerentes que otros cines de corte social carecen. "Las historias femeninas... que yo escribo -declara la directora- no se resuelve a base de tópicos, sino que hay que entenderla como una consecuencia de la frustración, el dolor y la rabia".
Esta película estuvo nominada a la mejor película europea en 2010, en la que quedó ganadora, la también fantástica: La cinta blanca. Fish Tank ganó, en los pasados premios Bafta, la categoría de Outstanding British Film. También se hizo con el premio a la mejor dirección en los British Independent Film Awards y, nada más nada menos, que con el prestigioso premio del jurado del Festival Cannes.
Esta vez, la directora narra una historia de una adolescente, la cual pertenece a los suburbios ingleses, y precisamente, a pesar de la acritud de la relación madre hija, de las pocas salidas que se ofrece para la gente más pobre (ella está fuera del sistema escolar y el futuro pareciera perfilarse hacia ningún lado), nuestro personaje principal, Mia, interpretado convincentemente por la debutante Katie Jarvies, logra encontrar, al menos por momentos, puertas.
Recuerdo las palabras, en un taller de cine y literatura con el escritor Julio Miranda, que eludía a un director de cine venezolano que siempre abordaba la temática de los barrios marginales; y éste le reprochaba que saliera tan poco o nada, del lado positivo de la vida en los ranchos (las chabolas), no todo es tragedia, afirmaba el escritor, "el barrio* también es fiesta". Precisamente, Arnold logra que en su mirada no sea la de una directora burguesa que se apiada de los pobrecitos pobres, sino que le interesa ese universo particular, en donde la demostración de emociones es visceral, por ejemplo, y en donde pareciera que el amor de pareja es una necesidad más apremiante que el comer.
La narración engancha, sin duda Arnold sabe llevar el pulso de sus historias, llenas de ritmo, veracidad y coherencia. Me gusta, al igual que su magnífico corto Wasp (2003), esa candidez con la que dota a sus personajes, que contrasta, a su vez, con la dureza y violencia con la que son capaces de relacionarse; los gritos, insultos y tirarse de los moños es algo cotidiano, pero también hay espacio para la dulzura, el sueño, la inocencia y la belleza de un momento o un gesto. Uno de los aciertos (en todas sus películas) es que la directora huye de una postura maniquea ante sus personajes, no hay malos malísimos ni buenos totales: hay gente.
Los paisajes que atraviesa Mia dicen mucho... no hay nada hermoso en el extrarradio: autopistas, parques destartalados, terraplenes, fábricas, edificios indénticamente feos los unos a los otros... aún así, las salidas se presentan para este personaje, salvando a la historia de que sea cerrada y asfixiante, y ello siempre es de agradecerse como espectador. Seguiré tras su pista, y me declaro una total admiradora de su cine, por singular, porque apunta a lo femenino realmente, y porque sabe contar maravillosa y efectivamente sus historias.
Tráiler en inglés
En español
*en Venezuela "barrio" se refiere especificamente a barrios pobres o arrabal (tal como la segunda acepción de la RAE)
Buenísima! coincidimos por fin! jaja
ResponderEliminarJan llegó cuando estaba terminando la película y vio el momento en el que baila toda la familia, y me dijo "¿esto es creíble dentro de la peli?" porque se veía completamente loco. El caso es que sí, es un final creíble y maravilloso. Me encanta cómo se mezcla la crudeza de una cámara realista con desenfoques y ralentizados poéticos. Me encanta esta peli! Buscaré más de la directora, porque sólo he visto ésta. Mua!
Fui al cine hace un par de días y precisamente estaba esta película ya en cartelera y me tentó entrar a verla, pues recordaba con buen sabor "Red Road", pero ay, cometí el error de meterme en la última de Medem, que es una película sin alma y todo se ve y suena forzado, decepcionante total, salí del cine defraudada y añorando al primer Medem de "La ardilla roja" y "Vacas" que ya no encuentro en sus últimas películas. Menos mal que me has dado el toque de atención Claudia y, antes de que la quiten de cartelera, iré a ver “Fish Tank”, quizás mañana.
ResponderEliminarNo me la pienso perder. Tus consejos cinematográficos son siempre muy interesantes.
ResponderEliminarGracias por vuestros enriquecedores comentarios, amigos.
ResponderEliminarMagali, me parece interesante el planteamiento de Jan, y podría responderle que sí, que es creíble cuando bailan juntas, de hecho, es la forma mínimamente conque esta familia puede comunicarse como una forma parecida al amor, a través de ese hilo comunicante tan básico como la música. De hecho no hay otra forma de comunicación entre ellas. De hecho, en un momento tan importante como esa despedida, no hay palabras...
En cuanto a los comentarios de nuestra amiga Delicakt, qué pena tu decepción, es también un director que me interesa (Medem), y esta peli me lo sospechaba que no iba a ser algo que mejorara ese periodo tan maravilloso de la Ardilla roja, o Vacas. Ojalá te guste esta que recomiendo. Me interesa mucho la postura femenina de esta mujer, no e smuy común encontrarlo en el cine.
Saludos a todos vosotros
Me sumo a las alabanzas a la película. Me encanta el cine de esta directora. Uno siente la influencia de sus compatriotas Ken Loach (sobre todo de su 'Sweet Sixteen' menos politizado), de las crónicas familiares descarnadas del gran Mike Leigh, pero Andrea Arnold añade una mirada para mí más rica y completa, con ese retrato de la candidez y de lo femenino, que fantásticamente describe el post. Además, su dirección, como dice Magaly, es mucho más innovadora (el recorrido casi abstracto de la chica por los horribles extrarradios, que a veces hasta parecen armónicos). Me conmueven esos momentos de inocencia del personaje, como cuando ensaya la coreofrafía del baile con más corazón que brillantez, cuando se empeña en liberar al caballo...
ResponderEliminarY para unirme al debate acerca de la escena del baile (¡por favor, la próxima vez no contéis esas cosas para la gente que no la haya visto!), a mí me parece un final prodigioso. Lleno de sutileza. Primero porque enseña el único lenguaje con el que la se puede comunicar la madre (adolescente) con sus dos hijas (maduras), y segundo porque, como también apunta la entrada, enseña esa otra parte del barrio marginal que siempre se ignora: la felicidad, el disfrute de la vida. Que Andrea Arnold decida cerrar su película con esa escena, a pesar del brutal desenlace del triángulo amoroso, es una elección para mí brillante. Uno se va del cine pensando que, no importa lo jodido que estos personajes estén (y sabes que lo estarán en el futuro), de alguna forma, encontrarán siempre esporádicos momentos de felicidad auténtica, de sentimientos sinceros, de explosión de la vida. Pequeño o gran consuelo, según se mire.
Ah, muchas gracias por tu enriquecedor comentario.
ResponderEliminarMe ha encantado tu apunte hacia lo que defienes como cándido "...cuando ensaya la coreofrafía del baile con más corazón que brillantez..." nunca mejor definido.