jueves, 8 de abril de 2010

Vuelta al blog pero pasando por Estambul


¿Una entrada mensual? ¿Ese va a ser mi media? ¿Por qué he escrito tan poco acá últimamente? ¿Será porque se cumplieron mis deseos-predicciones del Oscar de la Bigelow? En fin, lo sé, qué blog no ha tenido sus silencios alargados. Razones, muchas, más estudios, algo más de trabajo y vacaciones siempre de por medio.
Un elegante y simpático vendedor de tabaco.

La última, a la mágica megalópolis de trece millones de habitantes*: Estambul. No solo es un vibración constante de gentes que transitan, sino que además, estas calles rezuman historia en cada piedra, algún plato delicioso o una canción: Bizancio, Constantinopla, son algunos de los nombre evocadores con la que ella era nombrada.

Los gatos son los reyes absolutos de la ciudad, los cuales deambulan por monumentos, cementerios y parques. Los olores de las especias, la amabilidad de la gente, la arquitectura imponente de las mezquitas, que contrasta con su interior sencillez... Desde los minaretes, los altavoces dan paso al Adhân; que es como se le llama a la llamada a los rezos, valga la redundancia.




Pero como siempre, no puedo ocultar mi debilidad por las ciudades que son atravesadas por ríos o donde el mar es una parte importante. El estrecho del Bósforo divide, no sólo a la ciudad, sino también el oriente del occidente.

Qué mejor que terminar un viaje, sintiéndose, aunque sea por emulación, parte de un lugar en el que uno pasa. Tomándose un té, fumando una shicha y echando una partidita de bakgammon, para decir: Allaha ismarladik, Istambul (que no es más que: hasta la vista, Estambul).


*Cifra leída en mi estancia en un periódico de la ciudad, que refierían a estimaciones recientes.

7 comentarios:

  1. Yo me alegro muchísimo que estés de vuelta y encima con una entrada tan hermosa, con esa ciudad maravillosa donde los olores, los colores y sus gentes te embriagan. ¡Bienvenida! :-)

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  2. Muy buena vuelta a tu blog a través de Estambul. Estoy de acuerdo que es una ciudad fascinante. Yo estuve por última vez en 2005 después de varios años de no ir por allí. Volví a hacer lo que hace todo turista: ir a Santa Sofia, Topkapi, las cisternas, ver a los derviches giróvagos, etc... pero lo que más me impresionó fueron los nuevos tranvías. De verdad. No me esperaba una cosa tan moderna y que funcionara tan bien.

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  3. Gracias compañeros blogeros. En cuanto al tranvía, sin duda el transporte en la ciudad es muy bueno, y el tranvía pasa con una alta frecuencia y es enorme.

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  4. Estambul es una ciudad viva, eso no se puede decir de todas las ciudades. Con todo lo que eso implica, la hace un ser que late en cada cambio. Adoro muchos lugares de Europa, pero cada vez que piso algún lugar alejado de nuestro cerebro eurocéntrico, me doy cuenta lo lejos que estamos del mejor lugar del planeta. Hay tanto lugares bellos... los ríos y mares que los atraviesan los hacen encantadores, estamos de acuerdo.

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  5. Torrencial ciudad, con la gente viva en cada esquina, los sonidos y los olores tan presentes, y el cambio constante a cada barrio. Lástima que la vera del Bósforo no esté mejor aprovechada. Es curioso, uno vive durante años en una ciudad de la que siente que no forma parte, y nada más pisar Estambul, algo te dice que podrías vivir y trabajar allí. Yo creo que las ciudades hablan, y que Estambul sabe seducirte al oido en más de un idioma.

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  6. Umh... deliciosa descripción, ya lo creo.

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(no se publicarán comentarios con intenciones soeces)