lunes, 4 de octubre de 2010

El cine a Bocados/ IV Parte

Rozando el pecado

Una de las películas más memorables en cuanto al placer culinario se refiere es El Festín de Babette (Gabriel Axel; 1987), en la que los espectadores nos entregamos, al igual que los puritanos habitantes del pueblo, a los manjares sensuales que delicadamente prepara Babette (Stéphane Audran): caldo de tortuga y vino amontillado, blinis Demidoff con caviar negro, codornices rellenas de trufa negra… Sin duda alguna, en esta película, al igual como sucede en Como agua para el chocolate, queda retratado un rasgo fundamental: la cocina como un acto de amor, bien sea por seducción, agradecimiento o pura pasión por el placer gastronómico. La preparación amorosa y esmerada, la sabiduría para llevarla a cabo, transforma, aunque momentáneamente, las almas de quienes la saborean e ingieren, es decir, todo ello se llena del espíritu de quien cocina y llega al espíritu de los comensales. Es la alquimia absoluta del alimento que llega al cuerpo y el alma.


Bacanales, hambruna y canibalismo 

Qué duda cabe que el guión de Azcona partía de una premisa bastante singular.
.
Muchas películas también han retratado ese pecado capital, hoy tan olvidado como tal, como la gula, siempre tan cercana a ese otro pecado: la lujuria. La gran comilona (1973; de Marco Ferrei y guión de Rafael Azcona) es uno de los mejores ejemplos de la mezcla, no solo voluptuosa del comer, sino también su poder destructivo una vez que se llega la exceso de la misma. Un grupo de burgueses planifican suicidarse, comiendo hasta reventar. Se hace inevitable la improvisación en tales planes (que no es más que la entrega al placer del desafuero), entrando en escena unas prostitutas como aperitivo para tal inusual, auto-destructiva y epicúrea empresa. Otra película, El séptimo continente (1989, Michael Haneke) también conecta con esta premisa del gran banquete para despedirse de la vida y como único signo de posible disfrute.
.
El cocinero ante su plato-castigo.

Pero la bacanal también es escenario perfecto para las parafilias, relacionadas con el comer: canibalismo y coprofilia. Una mezcla degrandes manjares que deriva en los excesos morales de sus protagonistas. Como las que lleva a la pantalla Peter Greenaway en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989), presentando las pasiones entre calderos humeantes y mesas, sazonado todo ello por los celos, para degenerar, finalmente, en canibalismo. 
.
Pasolini denunció el horror del poder sobre otros del que es capaz el hombre.
.
Pasolini también se hace eco de los excesos en Saló, o los 120 días de Sodoma  (1975), en donde  los jóvenes secuestrados son obligados, entre ritos de sexo y sadismo, a la coprofagía. Por otro lado, la mesa sirve de contraste a Pasolini para remaracar la violación de la norma, del orden de cosas, de la misma humanidad. Asistimos a una comida con manteles blancos, copas y vino, siendo el plato principal excrementos. Sin duda, el carácter chocante de algunas películas al incluir dichas escenas es deliberado, la denuncia o la transgresión, podrían ser acá algunas de sus tantas lecturas. No podemos olvidar una de las escenas más bizarras y escatológicas del cine: en Pink Flamingos (John Waters; 1972), Divine, al final de la película, recoge del suelo la caca de un perro y golosamente se la come, entregándonos una sonrisa soez y repugnante. Al mismo tiempo, no podemos tampoco dejar de mencionar la pasión de la madre de Divine, Edie (Edith Massey): devorar huevos en cantidades industriales.

.
Además del memorable personaje Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) de El Silencio de los corderos (The Silence of the Lambs; Jonathan Demme; 1991), que adoraba comer el hígado de sus víctimas con habas o bien sus sesos, una de las mejores películas en la que se expone el canibalismo a través de un finísimo humor negro es la francesa Delicatessen (Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet; 1991). Y es que la hambruna de la guerra cambia a veces los valores éticos por la necesidad de supervivencia. El carnicero (Jean-Claude Dreyfus) es el encargado de llevar a cabo el trabajo sucio. Resulta memorable la cara compungida de éste, cuando le toca repartir en su carnicería, en trozos, los restos de su madre.
.
Charlot se prepara a devorar su cena-zapato con una naturalidad asombrosa.

Pero mucho antes, la hambruna fue genialmente llevada a la pantalla por Charles Chaplin en La quimera de oro (1925). En el filme, Charlot degusta un zapato como si fuese un verdadero manjar y transforma la visión de su amigo en un pollo gigante. La escasez también es maravillosamente resuelta con las ranas de un pantano en la cinta de animación Les triplettes de Belleville (Sylvain Chomet; 2003), plato con el que las trillizas invitan a cenar a su huésped, tan pobre como ellas. 
.
.
Como colofón a la gula hay que mencionar El sentido de la Vida (Terry Jones y Terry William; 1983). Al principio, los peces de un restaurante ven desde la pecera cómo están devorando a un compañero en un plato, y se preguntan por el sentido de la vida. Más adelante, un cliente de grandes proporciones entra en el lujoso restaurante convirtiéndose en una escena de humor que raya lo grotesco y para comenzar a comer, éste solicita una cubeta para vomitar, ante el asombro y asco de los demás comensales, pero con la complacencia casi sádica del servil mesonero. El hombre revienta como un globo de tanto comer y al final podemos ver sus vísceras y órganos colgando de sus costillas, como si de un cetáceo se tratase. 


Cabe mencionar El Satiricón de Fellini (1969) como un buen ejemplo que ilustra la voluptuosidad y excesos de las bacanales.


.
.
Como antítesis de la gula aparece La vida es dulce (1991; Mike Leigh), en donde la anorexia se hace presente dentro del drama familiar o I'm a Cyborg (2006; Chan-wook Park), en la que una joven recluida en un psiquiátrico se niega a comer porque piensa que es un robot, dedicándose sólo, en contraste, a lamer pilas como vía de obtención de energía.
.

 Para concluir este apartado, no quiero dejar de mencionar el corto de Pedro Almodóvar, La Concejala antropófaga.(2009) En ocho minutos de casi un total monólogo, la relación comida-sexo-canibalismo queda patente dentro de un contexto de humor. La concejala, en su incontrolable verborrea, devora con igual fruición un flan como esnifa su cocaína. Todo ello acompañado por el relato de algunas anécdotas y fantasías sexuales: "Una de mis fantasías es comerme a un tío entero empezando por los pies. He llegado a meterme en la boca hasta el talón de un pie del 45".

Para  ver el corto de La Concejala antropófaga

Otras películas recomendadas: Un toque de canela

Quiero agradecer a los amigos bloggeros que siempre me echan una mano con al memoria y comentarios enriquecedores: Viena, Sorokin, Os Bobolongos, Delikat Essences

Próxima entrega: Asia se paladea 

9 comentarios:

  1. Querida Claudia: Me dejas sin palabras, nos llevas del festín sensual y pecaminoso, sin dejar de ser liberador, de Babette, a la repugnancia más atroz que siento recordando a Saló, que además vi en un momento de máxima sensibilización. Qué tremendo fue aquel film y qué rodeado de tragedia y desconcierto. Me pregunto si comprendimos alguna vez lo que Pasolini quiso expresar con esa película: ¿La agonía del régimen fascista, cuando ya no había más que aberración y decadencia? ¿O quizás el simbolismo iba más allá y estaba encerrado en esos poderes que tan magistralmente sintetizó en el Presidente, el Obispo, el Duque y el Magistrado y que son a la postre, todos los poderes?
    Creo que es la película más dura que he visto nunca.
    En cuanto a las demás, han expresado bien lo que pretendían, a veces el impacto de la bestialidad humana, nos llega más directamente que ninguna otra cosa.
    Un aporte sería la más nueva "Estómago" en donde también hay canibalismo, esta vez, como "empanado" dentro de una pasión que llamarla amor, parecería simplificarla mucho.
    Muy buen artículo Claudia, tengo que felicitarte.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Hola Viena, gracias por tus palabras. Ayer estuve viendo un documental sobre Saló. Pasolini, por un lado, y bien como dices tú, denuncia la impunidad que suele ejerecer el poder, y claro, el mejor ejemplo de ello fue el nazismo. Pero la sombra del totalitarismo ha seguido planeando sobre Europa (y otras partes del mundo) y el director estaba muy consciente de ello. Igualmente presenciaba la decadencia de una sociedad, básicamente consumista. De hecho menicona que ya no existe el romano, que ese carácter se había perdido, por ejemplo.

    En cuanto a Estómago, qué bien que la mencionas, ciertamente debí incluirla o no sé si es que la tengo en otro de mis apartados. Creoq ue cuando escrbí esto no la habían estrenado- Pero muy bueno que la traigas a colación como ejemplo ude una buena película en donde la antropofagia está prensente.

    ResponderEliminar
  3. Claudia, muchísimas gracias por la mención que haces a nuestros comentarios. La verdad es que es un placer comentar en tus blogs, así que no tenemos mérito alguno (por lo menos yo, no se me enfaden los otros nominados)

    Como siempre, la cuarta entrega, magnífica. Me quedo con la secuencia que cuentas de "el sentido de la vida". Es realmente asquerosa, lo que no quita que haya visto la peli como tres veces. Hay otra secuencia, cuando la muerte llega a una casa donde están comiendo un grupo de gente y se los lleva a todos señalando al pastel de salmón, que se me quedó grabada. Desde entonces, analizo cuidadosamente cualquier cosa que tenga salmón.

    ResponderEliminar
  4. Ah, la verdad había olvidado esa escena por completo. Jaja, la verdad es que como salmón toda la semana. Por cierto en "Las invasiones Bárbaras", un grupo de amigos preparan un pastel de salmón (o un salmón hojaldrado) y la verdad es una escena que entre conversaciones, asistimos a su preparación cuidadosa.
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Claudia, también te doy las gracias por la mención, y lo mismo que Sorokin, te digo que no tiene ningún mérito, tus entradas son buenísimas y estimulantes.
    Por cierto, al hilo del salmón ¿no había una pelicula española que se llamaba "Las truchas"? Me vino a la mente, una también de banquete algo oscuro, pero de hace muchos, muchos años.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Tienes razón Viena, esa película acabo de buscarla y resulta que es de Luis Gª Sánchez, y nada más u nada menos ganó el Oso de oro en el festival de Berlín (1978)... Ojalá la pueda encontrar para verla, me muero de curiosidad.

    ¿Te das cuenta? Vuestros comentarios no hacen más que alimentar mi curiosidad e interés-

    ResponderEliminar
  7. Otra excelente entrada de una serie que nos está dejando a todos con los dientes largos. Creo que no me voy a quitar la servilleta, en espera del siguiente plato. Me apunto la película 'Las truchas', que también me provoca curiosidad, y una revisión de Pasolini, tras el clarividente comentario de Viena.

    ResponderEliminar
  8. Qué disfrute más grande estas entradas Claudia, como mi conexión a Internet me ha tenido un poco perdida, las estoy leyendo de adelante hacia atrás, pero no importa, cada una por sí misma es una aporte de datos increíble y tiene vida propia sin el resto.

    Resulta que hace unos días vi la película "Pink Flamingos" que mencionas, y durante días recordaba la escena y se me ponía el estómago del revés, el poder de una imagen va más allá del momento de visionado. La comida para demostrar amor, odio, ira, gula, enfermedad, etc. La ventana que nos abres al cine, nos muestra todas las virtudes y degeneraciones del género humano a través de uno de sus actos más básicos. Formidable

    ResponderEliminar
  9. Delikat, a mí también me pasa lo mismo con Pink Flamingos, de tan solo mencionar la escena... créemelo.
    Y lo has dicho maravillosamente: la comida como un acto de demostración de sentimientos, sirve para homenajear o torturar, para enamorar o para demostrar ira u odio, para revivir y dar vida e igualmente para matar. Tú misma mencionabas en tu blog Gracias por el Chocolate.
    Un grab saludo y gracias por leerme y dejar tus valiosas opniones.
    Saludos

    ResponderEliminar

(no se publicarán comentarios con intenciones soeces)