martes, 21 de septiembre de 2010

El cine a Bocados/ I Parte

Hace algo más de un año publiqué en una revista on line el artículo El cine a bocados. Me propondré publicarlo acá por partes, un poco más actualizado, a fin de que muchos de los lectores que pasan por el blog, también puedan leerlo. En principio, nada más lejos de mi intención que dicho artículo sea un mero inventario de películas en torno al tema de la comida. Por momentos, además, dejaremos aparcado los argumentos referentes a bodas, repostería, vinos o café.

El cine a bocados


“Esto, más que un desayuno, parece un rompecabezas”
Groucho Marx en Una noche en la Ópera
 
Muchos de los que amamos el arte, tendemos al hedonismo. Ambos exigen educarse, bien sea a través de la intuición o de una búsqueda más formal. Ser sibarita (o esperar a serlo) es una de las inclinaciones más constantes. Si nos asomamos al mundo del cine surgen de pronto, algunos genios sibaritas: Coppola con sus viñedos y bodegas, Orson Welles y su majestuoso tamaño (lo que evidenciaba su gusto por los manjares) o el mismo Alfred Hitchcock, quien fue un gourmet confeso, y como queda reflejado en El libro de cocina de Hitchcock (del famoso crítico alemán Berndt Schulz), utilizó la comida como un modo diferencial de las clases a las que pertenecían sus personajes.
El cine como reflejo, invención o recreación del mundo ha sazonado muchas de sus historias a través de la mesa o los alimentos. Para intentar no divagar en un terreno tan vasto, dejaremos de lado el  maravilloso apartado del vino, los dulces, además de los muchos documentales que se han hecho al respecto. Nos enfocaremos hacia las películas que hayan hecho de la mesa (o sus referentes) sus protagonistas, o bien aquellas que con maestría nos han dejado secuencias singulares y/o potentes acerca del tema. Cómo olvidar a Kim Bassinger en frente del frigorífico, comiendo olivas y fresas con los ojos cerrados en Nueve semanas y media (AdrianLyne; 1986), pocas películas han podido mostrar, de forma tan acertada, la seducción a través de la sensualidad de los alimentos.


¿Qué acto más cotidiano y potencialmente creativo puede compararse con el de comer?  Es inevitable, al ser parte de una cultura, que los alimentos o sus ritos (compra, preparación, degustación, encuentros…)  se diferencien en su tratamiento e interés, al abordarlos dentro del cine.

En el caso de España, es curioso que, siendo los españoles tan amantes y fieles a sus platos típicos, apenas se refleje en el cine su amor por ellos, sin mencionar sus vinos. ¿Quién recuerda una aceituna en la boca de algún actor español?

Fotograma de Tapas.

Y el cine español ¿come?
En la actualidad, esta característica se hace más evidente, aunque hayan sido estrenadas películas como Tapas (José Corbacho y Juan Cruz; 2005). En la que, pese a su título y la aparición del celebérrimo Ferran Adrià, siendo las tapas uno de los referentes más famosos de la comida española, aparecen reflejadas, pero sin naturalidad. Además, ¿dónde están los numerosos fumadores del bareto típico allí recreado? Mucho más natural se nos antoja la escena en que, Don Mariano prepara una última cena con Doña Conchi, disponiendo una frugal, pero exquisita mesa: cava, jamón, entre otros aperitivos.

Sería justo hacer un paréntesis con Jamón, jamón (1992), donde se incluye una lucha titánica con las patas de los jamones en la que se deja ver el torso desnudo hasta muy debajo de Javier Bardem, ya que, tal como afirma Vicente Verdú, la comida en el cine de Bigas Luna “está estrechamente vinculada al erotismo”, refiriéndose a la secuencia de Valeria Marini con unas anguilas en Bámbola (1996). Si bien los alimentos aparecen en el cine de Bigas Luna como un espejo del erotismo, los alimentos se transforman en símbolos, como un jamón-garrote o bien la anguila-pene. Pero en ambos casos, el erotismo no está asociado a su degustación a través del paladar. Por su parte, Fernando León de Aranoa ha agregado algunas escenas de comidas en familia alrededor de la mesa, para insertar sus personajes dentro de la verosimilitud de su entorno social y cotidianidad inherente, tal como lo hiciese en Familia (1996) o en la inolvidable Barrio (1998)*. Ver tráiler de Barrio.

 
 El Ángel exterminador (1962).

Sí, en el cine de Luis García Berlanga aparecen paellas como icono Typical spanish, ese territorio cañí que más se conoce en el extranjero. Luis Buñuel la asoma de soslayo y le interesa más como rito y escenario social que otra cosa: recordemos las grandes cenas de El Ángel exterminador (1962). El discreto encanto de la burguesía (1972), o Viridiana (1961). Pedro Almodóvar también se hace eco, aunque escaso e intrascendente, de los fogones en algunas de sus películas, quizá tengamos muy presente como ejemplo Volver (2006), pero coincidimos con Daniel Vázquez Sallés, autor del libro Comer con los ojos, que en la mayoría de la filmografía española “no se come por placer”, y la cocina o el comer son de aparición escasa o irrelevante en sus secuencias o escenas. 

Un guiño evidente a La última cena en una escena de Viridiana (1961).


(Segunda entrega: La mesa como descripción social)

 *Texto agregado después de la publicación.

8 comentarios:

  1. Qué apetitosa entrada Claudia, recuerdo que lo habías comentado con Delikat que la traerías y estábamos esperándola, ahora por partes, nos has enganchado. Esperaré las siguientes entregas.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Una entrada muy interesante y documentada, Claudia. Tienes razón que en el cine español no se usa demasiado la comida como objeto de placer. Ya que mencionas el uso agresivo de los perniles en "Jamón, Jamón", me viene a la memoria que no es el uso más violento que se ha hecho del jamón en el cine: Almodóvar en "Qué he hecho yo para merecer esto" lo pone en las manos de Carmen Maura para ejecutar a su marido a jamonazos.

    Y hablando de cine y alimentos, para mí, la escena suprema es la de Charles Chaplin comiéndose los zapatos y chupando con deleite los clavos de las suelas en "la quimera del oro".

    Saludetes

    ResponderEliminar
  3. Si Viena, efectivamente, he rescatado este artículo de la red. Es que la revista donde lo publiqué cambió de diseño y no se rescataron los ensayos, así que tuve que hacer un trabajo de reconstrucción.

    En cuanto a lo que me dices Sorokin, de la de Almodóvar, te agradezco enormemente este datom, ya que es una peli que la vi hace muchísimo tiempo, así que habñia olvidado esa escena, guao, lo incluiré en algún momento.
    LA escena de Chaplin, sip, la menciono más adelante del artículo pero que aún no he publicado, porque es un poco largo para un blog.
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Grande tu artículo Claudia, da gusto leerlo y lo que uno aprende de la relación cine y comida. En aquel post de Gastrocinema, hablábamos de películas con un contenido expresamente gastronómico, pero aquí has ido más lejos y has señalado las alusiones en el cine, aunque sean salpicadas a lo largo del metraje, de todo lo culinario y relacionado con él. Me voy corriendo a leer el otro artículo que se me acumulan los deberes! :-)

    Buenas noches,

    ResponderEliminar
  5. Uff, es un tema re deleitoso Claudia, no podríamos acabar de reseñar todo el cine con alimentos,
    acá de este lado, me viene a la mente una escena de cine con mi ídolo cómico Tín-Tán, en dónde prepara un pollo a la plancha, y es precisamente una plancha para planchar dónde cocina la pierna de pollo.

    Pero el ingrediente que me hizo despertar el espabilamiento en mi adolescencia fue la mantequilla, nada más que mirar como la usa Brandon en El último tango en París.

    Besos, ya probé las trufas, gracias.

    ResponderEliminar
  6. Uff, es un tema re deleitoso Claudia, no podríamos acabar de reseñar todo el cine con alimentos,
    acá de este lado, me viene a la mente una escena de cine con mi ídolo cómico Tín-Tán, en dónde prepara un pollo a la plancha, y es precisamente una plancha para planchar dónde cocina la pierna de pollo.

    Pero el ingrediente que me hizo despertar el espabilamiento en mi adolescencia fue la mantequilla, nada más que mirar como la usa Brandon en El último tango en París.

    Besos, ya probé las trufas, gracias.

    ResponderEliminar
  7. Ah, Carmen, cómo olvidarlo, como buena latinoamericana, crecí con la pelis de Tin Tan y también lo amaba...
    EN cuanto a la mantequilla, sip, pocos podemos olvidar ese detalle de loq ue fue una peli de culto y que transgredió muchos códigos en su momento...

    Espero que hayas podido disfrutar las trufas, me alegra.

    ResponderEliminar
  8. Umm, una entrada para abrir el apetito. Del paseo al que nos invitas me quedo con la cena de los pobres de Viridiana, para mí una de las escenas cumbres del cine español, que resume el afilado cuchillo con el que Buñuel diseccionaba a la burguesía. Y esos jamones en manos de Bardem se convierten en armas de destrucción masiva. Bueno, me pongo la servilleta y voy a por el segundo plato...

    ResponderEliminar

(no se publicarán comentarios con intenciones soeces)