"...ahora todo es apariencia. Nunca se llega a la verdad,
porque detrás de una apariencia hay otra.
Son como las novelas de Agatha Christie, siempre hay sospechosos".
Claude Chabrol.
Tener más de medio siglo haciendo películas es una hazaña, pero si para colmo, la mayoría de esas películas eran buenas, ello significa todo un lujo y un placer para nosotros sus espectadores. Claude Chabrol (1930-2010) ha muerto este domingo 12 de septiembre. Entre otros epítetos, resalta como uno de los padres de la NouvelleVague.
Como director tiene 71 películas a sus espaladas, y casualmente, hace una semana vi la que fue su ópera prima: El bello Sergio (1958), rodada gracias al apoyo económico de su mujer, convirtiéndose esta película en su pasaporte para continuar filmando. Allí empiezan a dibujarse algunas de las que serán sus constantes: las provincias como un microcosmos; los dramas personales, las pasiones, poco le gustaban las películas corales, normalmente sus historias reposan en los casi siempre dramas de unos pocos personajes o simplemente en uno solo.
Chabrol no teme en llevar al límite a sus personajes principales, siendo este rasgo importante para dar verosimilitud a los mismos: por momentos llegan al ridículo, pueden resultar fascinantes, odiosos o débiles. Nada de super héroes o heroínas, gente que mete la pata y sufre, como la mayoría. Claro está que la burguesía era su blanco preferido, a ella dedicó buena parte de su filmografía, por no decir casi toda. Sus miserias y gozos retrató con ojo aguzado. (En la foto: vemos a Chabrol en frente a la cámara, durante el set de su primera película).
Isabell Huppert en un fotograma de Un asunto de mujeres.
El domingo hicimos en casa un pequeño homenaje, vimos una tras otra: Un asunto de mujeres (1998) y En el corazón de la mentira (1999). En la primera, Un asunto de mujeres, el director pone la lupa en una Francia ocupada por los nazis, y deja entrever la hipocresía de un sistema que, castigaba con mano dura a los delitos de unos pobres pero que, al mismo tiempo, no le temblaba el pulso para deportar niños y gente por su condición de judíos. Su actriz fetiche, la poderosa Isabell Huppert, una vez más, hace gala de su talento para dar forma a un personaje complejo: Marie. En la segunda, quizá más fallida, sabemos el gusto de Chabrol por mezclar drama con cine negro, el director nos lleva nuevamente a un pueblecito y, el asesinato misterioso a una niña, será el motor de las historias que se continúan, enmarcadas en una suerte de triángulo amoroso.
Sandrinne Bonaire y Jacques Gamblin: En el corazón de la mentira.
Es claro que los amantes de su cine lo echaremos de menos. Pocos podían hacer películas tan fluidas y complejas, tan aparentemente superficiales y densas. Su lucidez y capacidad creadora estaban intactas... sinceramente, cuánto sentimos su partida, Monsieur Chabrol.
En esta foto vemos a dos gigantes juntos, en la filmación de La década prodigiosa (1971). Allí, Orson Welles realiza en papel del multimillonario Théo Van Horn.
Reseña realizada en este blog de Una chica cortada en dos (2007)
Interesante página The Claude Chabrol Project, con un link de entrevistas (inglés)
Una entrevista en español.
Lo habíamos comentado Claudia, el cine ha perdido a un gran director y seguramente a una gran persona.
ResponderEliminarMe ha parecido genial la idea de hacer nuestro propio homenaje y ver algunas de sus películas. Es una idea que te tomo.
Un beso.
Pues me encanta que la tomes y cada uno haga su personal homenaje.
ResponderEliminarPor cierto, he pensado en Chabrol y Welles cenando juntos, no me imagino a esos dos gigantes, amantes de la buena mesa, lo que podría haber sido compartir una cena. Chabrol era famoso porque en el Set no permitía catering de bocadillos, no señor, comida de verdad, y buena. jajaja.
Saludos, Viena
Si, justo eso es lo que comentábamos en mi blog el otro día, le decía a Sorokin.
ResponderEliminarLo bueno es que se hacía traer buena comida no sólo para él, sino para todo el equipo.
un beso.
Como dice Viena, ya lo hemos comentado en su blog. Y como le he dicho a Delikat en el suyo, voy a escribir este comentario de pie como homenaje a Don Claudio (por cierto, homónimo tuyo).
ResponderEliminarBastantes veces he dicho que la "nouvelle vague" y "cahiers du cinéma" me aburrían bastante a estas alturas del siglo. Bueno, pues con Chabrol nunca me he aburrido (él mismo, en algún momento dijo que eso de la "nouvelle vague" no existía). No he leído sus críticas en la época en la que escribía en "cahiers", por eso, como crítico no opino. Como director, magnífico. Además, como dices, era un gran gourmet, un punto más a su favor.
Buen viaje, Don Claudio
No solo homónimo, sino que somos de signos iguales, yo el 23 y él el 24 de junio...
ResponderEliminarLa de la Nouvelle Vague, sip, tienes razón, no es tan digerible, pero aun así me gusta. Y tiene razón don Claudio de deconfiar de las etiquetas. Supongo que como crítico debe ser una gozada, era cultísmo y ya ves cómo se le daba el cine.
Saludos, amigos.
Llegó un poco tardecillo, que mi incorporación al trabajo después de las vacaciones, con el añadido de una mudanza, me ha mantenido alejada de mis queridos blogs.
ResponderEliminarGran personaje Don Claudio y un gran genio del cine, sin duda. Ahora despierta en mí, después de toda la infomración que habéis arrojado, más simpatía aún, pues compartimos pasión gourmet y signo del zodiaco ;-)
Por cierto, Nouvelle Vague también es un gran grupo de música...
Nunca es tarde cuando la dicha es buena, Delikat, me imaginaba que estabas de vacaciones.
ResponderEliminarY sip, este tipo de creadores, no abunda, así que le extrañaremos y nos iremos poniendo al día con todas la pelis que de él nos falten por ver, que seguro no serán pocas.
Saludos
Como dice Sorokin, Chabrol nunca aburría. Y como decía el propio Don Claudio: "Yo me metí en esto porque quería hacer películas, no importa de qué género estilo, películas... cuantas más mejor" (cita no literal ;-) Quizá en esta necesidad vital y en la humildad con la que abordaba el ofico de cineasta radique parte de la grandeza de sus filmes. Nadie como él para colarse entre el juego de apariencias de la pequeña o mediana burguesía, para desmitificar la supuesta candidez del honrado hombre del campo, para mantenerte en tensión eléctrica durante toda la película, un genial Hitchkock a la francesa. Estupenda entrada, Claudia.
ResponderEliminarMe halaga señor Bobolongo... y tienes razón, su forma de abordar el cine como ofico era única. Me encanta que afirme en la entrevista que filmar tampoco es ir a la mina, y por eso no veía mayor importancia rodar una o dos pelis al año. Eso es una fantástica postura, sin duda.
ResponderEliminarNo puedo más que sumarme a la red de íntimos homenajes a Chabrol que ha resultado de tu comentario y con tanto e inesperado poder de convocatoria, para que veas lo que logras con tu inquieta mirada entrañable Clau!
ResponderEliminarCj
Gracias CJ por pasarte una vez más y dejar tus impresiones. La verdad no quería vender la idea del homenaje-empacho de pelis de este maestro, aunque empacho no sería la palabra adecuada porque nunca he quedado ahíta. Pero si es así, si ha provocado que algunos les rindamos estos pequeños homenajes, me siento satisfecha.
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