miércoles, 22 de septiembre de 2010

El cine a Bocados/ II Parte

La mesa como descripción social 


En  Los limoneros (Eran Riklis; 2008), aparece al comienzo, en un primer plano, las manos de una mujer, cortando limones grandes y amarillos. Con agilidad, Salma (Hiam Abbass) prepara un brebaje, hecho de agua, especies y algo parecido a la guindilla. Se abre el plano y nos damos cuenta que los hace en serie…es decir, que seguramente los vende. En escasos minutos el director nos ha mostrado el oficio del personaje (alguien que vive de la tierra), a la vez que nos entrega datos de su cultura (para los occidentales una exótica receta) y de la posible posición social de la misma. Si trabaja en la cocina, por supuesto no es rica. Los referentes en torno a la comida son efectivos y nos aportan una gran cantidad de datos, como la austeridad o voluptuosidad de los personajes...

Con más frecuencia se utiliza como un retrato inmediato de la clase social. El cine de Woody Allen, por ejemplo, está repleto de escenas en las que los personajes cenan: el vino y las copas siempre están presentes, pero casi nunca vemos lo que comen. Ello le sirve al cineasta, como a muchos otros, para enmarcar, en este caso, la burguesía de sus personajes, pero nunca aparece como acto placentero y menos voluptuoso; como también lo hace Claude Chabrol.


 Un almuerzo con mucho jaleo a la italiana en Amarcord.

Federico Fellini nos hizo entrega de una de las más largas y divertidas escenas alrededor de un sencillo almuerzo familiar. En Amarcord (1973), las discusiones a gritos entre plato y plato y la impasibilidad de algunos de sus comensales –lo que hace suponer que las discusiones son un hábito– consiguen un buen retrato del temperamento y cultura de la familia. Cabe también recordar  Las noches de Cabiria (1957), en la que su protagonista, Cabiria (Giulietta Masina) nos atrapa desde su candidez y modales torpes, como ocurre en la escena en la que se encuentra con un famoso actor de cine. El mayordomo le trae un lujoso carrito con la cena: ¿La levanto?, pregunta ella mientras destapa los platos y come ávidamente aceitunas y  luego pollo. Un poco de pechuga de pollo hace que se vayan los malos pensamientos, añade. Más adelante, Cabiria coge una langosta y le vuelve a inquirir al actor: ¿Y esto qué es? Me parece haberlo visto en el cine

 Cabiria muestra su espíritu diáfano y espontaneidad ante la comida.


En la película Roma (1972) de Fellini, es memorable la escena en que la gente del barrio se reúne para cenar en sus trattorías sencillas (ver un segmento), y claro está, si el director quería contar esa memoria de una Roma que él conoció y vivió, cómo no iba a incluir la comida. Nuevamente el ruido, los gritos y el jaleo es parte de esa comida, la gente suda, la abundancia en toda su voluptuosidad. Hay un cliente que le espeta a la dueña del restaurante: menos mal que había poco, estoy reventado. Ella le increpa: ¿Qué quieres, te parece mucho?  Esta misma mujer le enseña al joven Fellini cómo tiene que comer los caracoles: puro erotismo en un solo y breve gesto.


El director Abdellatif Kechiche en su magnífica Cuscús, nos recrea también una típica familia de inmigrantes tunecinos, residenciados en Francia,  que se reúnen en los almuerzos familiares, y en esos encuentros no solo asistimos a las diversas relaciones de unos con otros, sino que también somos testigos, entre bocados, a temas tan importantes como la experiencia de dicha familia como inmigración, las identidades que se conservan y las que se pierden. La cocina, al mismo tiempo se convierte en promesa, en un instrumento que se les presenta como posibilidad de supervivencia... quizá cambiar la suerte con un negocio familiar, abriendo un restaurante y vender el fabuloso cuscús de la matrona. 




Tercera y próxima entrega: Eros, fogones y chefs

9 comentarios:

  1. Que gran verdad Claudia esa de que muchas veces la comida, las maneras a la mesa y el entorno donde se come, les sirven a los hábiles directores de cine para darnos muchas pistas del personaje: su posición social, su oficio, sus manías, idiosincracia familiar... Gran artículo.

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  2. Gracias por dejar tus siempre interesantes comentarios, Delikat

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  3. Esperando quedo con la tercera entrega y ya que me vienen asociaciones, Claudia, el gazpacho de: "Mujeres al borde de un ataque de nervios" de Almodóvar, también fue memorable ¿no?
    También recordé "Todos estamos invitados" de Gutierrez Aragón, el tema comida tiene una extraña simbiosis ahí con otras cosas, pero destacable en la película.
    En cuanto a la escena que nos recordaba Sorokin de la pata/arma asesina, creo que esa escena está inspirada en una del gran Hitchcock, uno de aquellos cortos magníficos que pasaron incluso por la TV que se llamaba: Cordero para la cena". Bueno Hitchcock como bien reflejas tu en el artículo, el tema sí lo maneja perfectamente.
    Un beso Claudia, y espero la III.

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  4. Gracias Viena, la verdad, es que disfruto mucho con vuestros comentarios, son para mí muy valiosos. No he visto "Todos estamos invitados", no sé porqué razón. La verdad no veo todo el cine español, últimamente, sino a unos cuantos directores y a veces me arriesgo porque levantan buenas críticas y a veces mi decepción es más que las buenas sorpresas. Gracias por la info.
    Saludos

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  5. No ha sido una película divulgada ni con buena crítica, parece que no cubrió las espectativas de nadie y ya sabes, el tema vasco como que es una patata caliente que incomoda. Como anécdota te diré que cuando fui al cine, a verla en estreno, cinco de la tarde y no era verano, éramos cuatro en el cine, cuatro.
    A mi de todas formas, como documento político me pareció muy superficial, pincelando tópicos y poco más. No es una gran película, desde mi punto de vista se quedó corta en todo, pero sí es una película diferente que a mi me interesó mucho porque trata el tema de las sociedades gastronómicas en el país vasco, tan arraigadas y tan peculiares desde el punto de vista cultural. La vi con atención y el tema comida adquiere simbolismos y reflejos que destellan bien, bueno, creo que hay que verla.
    Un besito

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  6. La verdad que lo que menicionas suena al menos interesante. La tendré pendiente, Viena, saludos.

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  7. Qué interesante, Claudia. Y ya puestos, me acuerdo de otra secuencia del cine italiano donde la comida es determinante en el desenlace. Hablo de "Rufufú" (I soliti ignoti). cuando están haciendo un butrón para robar en la casa de al lado y terminan en la cocina. Cuando van a salir corriendo, Vittorio Gassman ve un puchero y exclama "Mamma mia, pasta e ceci!" y ahí se quedan todos comiendo la pasta con garbanzos.

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  8. Otra que tendré que ver, genial lo que me cuentas, Sorokin, saludos.

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  9. Otro festín para el paladar. Como que apetece ponerse una de Fellini para disfrutar de esas copiosas y hedonistas comidas en familia, alrededor de la pasta y los gritos-conversación. Y si la mesa es descripción social, pocos momentos más diáfanos que el del mendigo Chaplin merendando su zapato hervido en esa quimera del oro.

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