Por un lado, la francia de Sarkozy se empeñaba, demagógicamente, en desvelar el rostro de las musulmanas como debate nacional (que no la crisis, desempleo, etcétera), por otro, un o una artista callejera se dedica a hiyabizar los carteles publicitarios, en especial, los del metro de París. El o la artista insiste en que no pretende marcarse política o religiosamente, que simplemente es "líder de un movimiento artístico" pero bien sabemos que no existe arte "inocente", y menos callejero. Su nombre: Princess Hijab. De hecho sus intervenciones urbanas empezaron antes del debate y su posterior ley del hiyab en Francia.
En una entrevista, Princess Hijab declara: "El Guerrilla-art es inocente y delictivo, antiguo y distópico, íntimo y político. Elegí el velo porque hace lo que el arte debe hacer: desafía, asusta y se re-imagina. He descubierto, también, que mis medios, el Guerrilla-art, presenta un misterio y una picardía que radica en su constante falta de discursos serios sobre le hiyab. Los términos hiyabización o hiyabismo siguen definiendo mi trabajo".
Sin duda, su arte rompe los esquemas de los carteles publicitarios, es inquietante pero a la vez apetece encontrarse con ese sabotaje a las falsas risas, cuerpos y poses que día a día intentan que compremos un poquito más. Sin duda, el metro de París es menos aburrido desde que tiene una princesa grafittera.
Pues eso, que el arte magnífico ya está hecho, que hacer Las Meninas hoy en día no tiene sentido. Que lo diga Duchamp.
Ver vídeo de la entrevista de Aira.
No pasa desapercibido desde luego lo que esta artista hace. Me parece original la forma, utilizando mayormente la calle y la publicidad existente, y el contenido, entendido como una buena patada trasera a la sociedad consumista occidental me parece fantástico y a fin de cuentas, como una forma de trasgresión y sacudida de nuestros cerebros.
ResponderEliminarHola Claudia, gracias por mostrarnos a Princess Hijab y más aún por esos, a mi parecer, acertados coemntarios. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ambos por dejar vuestros enriquecedores comentarios.
ResponderEliminarGracias a ambos por dejar vuestros enriquecedores comentarios.
ResponderEliminarJa ja ja. Muy bueno. Esto es una demostración mas de que las prohibiciones lo único que consiguen es producir exactamente el efecto contrario. Si a eso le sumas la oportunidad de llamar la atención nada menos que en París, pues miel sobre hojuelas. No sé si has visto el video de las dos mozuelas que se autotitulan "NiqaBitch" y que se pasean por Paris con hijab y minifalda:
ResponderEliminarhttp://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/oct/07/niqabitch-niqab-debate
Me encanta el tema que nos traes Claudia. No es la primera vez que las calles de Paris se agitan con este arte urbano, que sin duda lo es, hace ya muchos años que Belk le Rat, desplegaba su obra sigiloso por la noche, para que estallase con gran estruendo durante el día. No sé si llegaría a soñar que expondría en el famoso Georges Pompidou, o que crearía escuela incluso más allá de las fronteras, como así fue con el británico Banksy, al que considero un genio del graffiti.
ResponderEliminarEl trabajo de esta princesa me los ha recordado a ambos, aunque no parece que sea graffitera propiamente dicha si solo hace su trabajo sobre carteles publicitarios, pero cómo me gusta lo que hace. Me parece de gran impacto contra-publicidad y eso es muy interesante.
Gracias por el tema.
Un abrazo.
Ah, Viena, yo ambién adoro a Bansky y conozco el trabajo de le Rat. Y tal como afirmas, no es exactamente grafittera, interviene carteles y sí, fuera del metro tiene pinturas y papeles impresos con sus dibujos.
ResponderEliminarSorokin, gracias por este vídeo, es genial. Y bueno, los carteles de este/a artista duran apenas horas en el metro, ya que el metro está obligado a conservar bien lal publicidad, así que los fotografía.
Abrazos a ambos y gracias por enriquecer este blog, opinando.
Maravilloso que dejes este testimonio para que esas pintadas duren más de una hora.
ResponderEliminarGracias, mapachito.
ResponderEliminarUna provocación más que inteligente, que me hace añorar el metro parisino, y qué buen descubrimiento el de esta entrada. Inocente y transgresor, la guerrilla llega al suburbano. ¡Qué suene Manu Chao!
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