jueves, 16 de junio de 2011

La lista de Tarkovski

 No creo que haya un director más singular, profundo y de cierta forma místico que Andréi Tarkovski. Acercarse a su obra supone sentir que se está frente a algo grande, de lo que solo el misterio de lo inexplicable sabe hablar.

En su biografía reseñada en Wikipedia, me llamó la atención una lista que el cineasta hiciera, de sus diez películas favoritas. Me di a la tarea de ver todas aquellas que no había visto y la verdad es que es fantástico acceder a joyitas que desconocía. Entre los directores que este respetaba se encontraban: Mizoguchi, Buñuel, Bergman, Bresson y Kurosawa.

Pienso en la dificultad para un cinéfilo de comprimir, en una lista de diez, sus películas preferidas.

La lista de Tarkovski:

1- Diario de un cura rural (Robert Bresson, 1950), una magnífica película que conecta con otra de esta lista, Los Comulgantes, en la que nos asomamos a través de uno de los antihéroes más desvalidos del cine, un joven cura enfermizo que escribe un diario, y que se debate entre lo que se espera que sea como párroco y lo que realmente alcanza a ser... un hombre atormentado que lucha por una fe ante la que lo vemos dudar.


2-Los Comulgantes (Ingmar Bergman, 1963), el misticismo como búsqueda a veces fallida o no, también aparece en esta película, parte de la trilogía que el director llamase El Silencio de Dios. Su protagonista, otro antihéroe, un párroco bastante antipático, egoista, incómodo consigo mismo y con su fe. Una de sus escenas, en la que discute con su amante, nos trae a la memoria a otra (¿un homenaje?), de La Cinta blanca, en la que el hombre cubre de improperios a su sumisa amante.


3- Nazarín (Luis Buñuel, 1959) Siguiendo con el hilo místico, esta vez un cura se replantea su fe, no sin acarrearle serios problemas, una suerte de iluminado que también se debate entre el hombre y dios. Nazarín elige un camino que se aleja de la ortodoxia cristiana, siguiendo entonces los caminos más sacrificados para emular los preceptos de ese Cristo en quien cree.


4- Fresas Salvajes (Ingmar Bergman, 1957) Un viaje a través de la memoria le permite a su protagonista reconstruir un presente a punto de extinguirse. La conciencia de la muerte le deja encontrarse, finalmente, con su propio yo.

5- Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1931) Un clásico que parte de una sencillez absoluta pero que tiene todos los ingredientes  de una película inolvidable: romance, humor y un tanto de tragedia.

6- Cuentos de la luna pálida (Kenji Mizoguchi, 1953) Considerada una obra maestra del director japonés, en la que se conjugan de manera magistral la realidad y lo fantasmagórico, el amor el deseo y la ambición, en una misma fábula.

7- Los siete samuráis (Akira Kurosawa, 1954) Un pequeño feudo japonés del siglo XVI sirve de marco para contar una historia épica llena de valor, en donde el honor y los códigos de la época nos permiten asomarnos a la universalidad y atemporalidad inherentes a la condición humana.

8- Persona (Igmar Bergman, 1966) Casi un monólogo, pero no lo es, más bien, diálogos indirectos entre sus escasos personajes. Una historia singular en la que nos asomamos al mundo de dos mujeres. Solo dos grandes actrices como Bibi Andersson y Liv Ullman podían sostener una película de gran peso en sus personajes.

9- Mouchette (Robert Bresson, 1967) Trágica e inocente, Mouchette es sin duda magistral en su narración. Bresson logra construir un personaje poderoso y frágil a la vez. Una historia que se enmarca dentro del paso de la infancia hacia la adultez, entre el mundo inocente hacia una realidad por momentos brutal.

10- La mujer en la arena (Hirshi Teshigahara, 1964) Una fotografía soberbia y una historia tan desconcertante como verosímil... rayana al surrealismo. Un asfixiante relato, kafkiano en parte, en donde quedan los sentimientos humanos expuestos desde sus más bajos o altos instintos. Una joya salida de la pluma del Nobel Kobo Abe.

Uno de los magníficos fotogramas de Una mujer en la arena.

Una escena, ya clásica de Persona.

 

Queridos lectores, estaré ausente hasta julio... hasta entonces.

domingo, 5 de junio de 2011

La Zaranda estrena en Madrid



Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros (de Eusebio Calonge) es la nueva puesta en escena del teatro La Zaranda. Estrenada en octubre en Girona, llega finalmente a Madrid, este "sainete espectral" en los espacios del Teatro Español. Para aquellos que no conocen esta compañía, cabe destacar que trabajan juntos (la mayor parte del grupo) desde hace treinta años y, en 2010, fueron merecedores del Premio Nacional de Teatro: “por su capacidad de conjugar una decidida y comprometida puesta en escena y un texto global que entronca con la tradición ibérica del esperpento, a través de un lenguaje contemporáneo de gran carga
poética, puesto de manifiesto en 2009 en el espectáculo Futuros difuntos”.

Una de las pocas compañías teatrales, cuyo dramaturgo es parte de ella. Dicha cohesión entre sus partes es el ingrediente principal de la "receta zarandiana", un trabajo con unas señas únicas, nada liviano, que huye del artificio en todas sus propuestas. Su director, Paco de la Zaranda, también forma parte del reparto.

Sin duda, aunque suene hiperbólico, es una de las  mejores compañías teatrales del mundo.

Teatro Español
Del 9 al 26 de junio
de martes a domingo
20.30
Entradas