Bubble Wrap nos remite a los tocados que aparecen en los cuadros góticos.
Gracias a uno de los blogs por los que siempre navego, Paralelo 40, he dado con un fotógrafo al que le vengo siguiendo la pista pero no veriguaba su nombre. Cada tanto, en la calles y el metro de Múnich, aparecen sus carteles, anunciando una nueva ópera, su nombre, Hendrik Kerstens, nacido en los Países Bajos (1958) y que, actualmente, vive y trabaja entre Holanda y Nueva York.
Shopping bag es otra clara reminiscencia a la pintura de la Escuela Holandesa.
Me llamó la atención, además de la gran calidad de su trabajo fotográfico, cómo podía ofrecernos un rostro de hoy, incluso, con ropas de hoy, y remitirnos a imágenes de gente del pasado, de otros tiempos. Es así, que de alguna forma, lograra dar con una clara conexión entre la actualidad y el pasado. Lo que me parece más ineteresante de sus fotografía, es la transformación del objeto (y el sujeto), de uno cotidiano y común, en uno extraordinario, que nos remite al pasado, y sobre todo, con tanta eficacia y con tan pocos recursos escenográficos, por decir, lo mínimos, además de un magnífico trabajo de estudio.
Curl nos sugiere a los peinados del siglo XVII.
Una servilleta blanca o una bolsa plástica en la cabeza de su modelo fetiche, su hija Paula, se convierten en una cofia como las que aparece en los cuadros de Vermeer. Dos rulos en la cabeza, transforman a la joven en un personaje del siglo XVII; una simple pose, hace que la modelo se convierta en una suerte de joven vírgen, como las que pintó hasta la saciedad Murillo... pero quizá la referencia más cercana, por los tonos que le gusta manejar, la elegancio de los elementos, es Vermeer.
Una clara inspiración en Vermeer: Napkin.
Red rabbit III me recuerda a las jóvenes vígenes de cabello largo que tanto pintó Murillo.
Para visitar su galería, pinchar acá-
Otro gran descubrimiento, amiga...
ResponderEliminarEs genial Claudia, fíjate que cuando vi en pequeño la foto que aparece en blogger que lleva a tu entrada, creía que era una foto o pintura de esas épocas remotas. Es cierto lo que dices, que con imágenes y accesorios de la sociedad actual consigue traernos ecos de otras pasadas. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarFascinante. ¡Por fin alguien ha encontrado un uso adecuado para las bolsas de plástico!
ResponderEliminarGracias por vuestrso comentarios, y sip, la maravilla del arte es que los descubrimientos y hallazgos son inagotables.
ResponderEliminarY yo creí que yo con mi gorra de baño era antiestética, ahora puedo decir que estoy posando para un fotógrafo holandes.
ResponderEliminarsaludos Claudia
Jaja, ya ves Carmen, que con un poco de arte, todo cambia...
ResponderEliminarSaludos
Me encanta el trabajo de este artista. Con sutileza y austeridad en el uso de los elementos, evoca múltiples paralelismos con algunos de los clásicos del pasado. Otra vez, gracias al gran ojo que descubre estas pequeñas joyas. Nunca una bolsa de plástico en la cabeza lució tan elegante!
ResponderEliminarLa sobriedad de colores y esa elegancia tremendamente estática del retrato, dejan al observador ahí, clavado sobre ese rostro de porcelana. Impresionante trabajo, es cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo has descrito muy buen, Viena, la verdad que hipnotiza...
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