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lunes, 13 de abril de 2009
Jenny Saville: el cuerpo como paisaje de la desolación
...El trabajo plástico de la artista británica Jenny Saville (1970), aunque es, sin duda alguna, muy singular, posee matices que nos recuerdan de alguna manera a la carnalidad de Rubens -invocado por ella misma- y a la gestualidad poderosa y la deformación de los cuerpos de Francis Bacon. También nos trae a la memoria su referente latinoamericano: Luis Caballero, pero Saville se diferencia del artista colombiano, ya que el erotismo buscado por éste no se corresponde con el trabajo de Saville, aunque ella quizá a veces lo logre a través de la abundancia y sobreexposición de la carne, pero pareciera que el erotismo, en su trabajo no es el tema que realmente le ocupa, por más que aparezcan las partes sexuales explícitamente.
Normalmente, usa su cuerpo como referencia pero no realiza autorretratos. La carne, está provista de vida grasa, pliegues, cicatrices y sangre. Es igualmente interesante el cuerpo muerto de un cerdo o el de una mujer que pasa por un quirófano, para una cirugía plástica. Al igual que los artistas contemporáneos, anteriormente mencionados, su trabajo no incita en la mayoría de los casos a la relajación y a la contemplación quieta. La angustia se asoma en cada una de sus obras, como si dejase claro la fragilidad que bien representa la piel, ese todo que es capaz de ofrecernos placer y dolor, observarlos con pena o divina contemplación...
Saville ofrece un paisaje hecho de carne, un paisaje de una carga psicológica profunda y perturbadora. La artista intenta un acercamiento desde los poros a la deformación, como queda reflejado en su serie Closed-contact (1995-1996), en la que se fotografía a través de un Plexiglas, que recuerda al de la fotógrafa cubana Ana Mendieta, solo que la británica le imprime un poco más de dolor y angustia a su serie.
En su serie Territorios, las montañas de carne y la desnudez como constantes vuelven. A ello se le suma la construcción artificial del cuerpo, y retrata a transexuales. El dolor pareciera estar latente en cada uno de sus cuadros, y al igual que Rubens, pareciera que la sangre circulara en cada uno de esos cuerpos y, al igual que Bacon, el tormento se restrata en cada una de esas montañas o paisajes hechos de piel y carne, y dicha deformidad se acentúa en el empleo de los formatos de grandes dimensiones.
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Las obras de esta mujer están salpicadas del dolor de la vida. Qué fuerza adquiere el relieve y los pliegos de esos cuerpos, y qué precisa tu descripción del cuerpo como paisaje para la desolación y el tormento. Pareciera que la artista juega a la multiplicación de las fallas humanas, y desde esa hipérbole de la deformidad transmitiera la verdera ensencia (imperfecta) del ser humano.
ResponderEliminarInteresante comentario, sí, tienes toda la razón.
ResponderEliminarMaravilloso trabajo el que reseñas de esta mujer, y como lo haces. A mí los trazos para constuir la piel me remiten a impresionistas, a lo mejor es una locura pero me recordó especialmente a Niños en la playa y, en general, al tratamiento de los cuerpos mojado por el mar y la luz de Sorolla. Claro está que la conmoción es distinta y enfrentada. Pues aquí nos dejas con la mirada hacia la Saville.
ResponderEliminarTienes razón, Carlos, tu observación de los trazos impresionistas son acretadas, así como también esas iluminaciones blancas y azuladas que bien haven recordar las pinturas de Sorolla.
ResponderEliminarGracias por pasar por el blog!!
Gracias por el post, Claudia. Desconocía por completo a Jenny Saville, y me ha impresionado su pintura, tanto la técnica empleada como el contenido que emana de la misma.
ResponderEliminarNo sé si pudiste acercarte al Prado para ver la magnífica exposición de Francis Bacon, pero es indudable la cercanía de esta pintora con él, tal y como has descrito en tu texto: trazos lacerantes y emotiva agresividad como grandes leit motivs, resumiendo.