jueves, 29 de octubre de 2015

'Una segunda madre': la lupa silenciosa en los roles de clase



Una de mis motivaciones de continuar con el blog, es el experimentar un profundo entusiasmo después de haber visto una película y poder compartirlo, siendo a la vez, un pequeño homenaje a ese acto y producto de la creación. Una segunda madre (2015, de la directora y guionista Anna Muylaert), fue parte de esos resortes que me han llevado a continuar compartiendo experiencias apasionantes a través del disfrute como espectadora de la creación cinematográfica. De Brasil nos viene esta película, nominada y premiada en algunos importantes festivales, como Sundance (Premio especial del Jurado) o la Berlinale (Premio del público y Premio Panorama). 




La historia es un retrato urbano de una joven familia paulista burguesa, progre y moderna, y su criada, Val, (casi parte de la familia, después de más de una década juntos), que limpia y cuida del niño, y que habita con ellos, cuestión esta bastante común en Latinoamérica, incluso para algunas modestas clases medias. Desde el comienzo, vemos el retrato de la interrelaciones de esos patrones y la empleada, que más allá de su servicio, brinda amor y cariño a la familia, y en especial, al niño de la casa. Todo parece funcionar, hay buen rollo, mientras los roles sigan ejecutándose dentro de las líneas de lo establecido.


La madre le aclara las reglas dela casa a la díscola hija.

Como en muchas narraciones, siempre hay un tercer personaje que viene a poner patas arriba el mundo "ordenado" de una pareja o un grupo. Poco a poco, pareciera que el foco narrativo se abre, para trascender a esa primera narración y otorgarle más densidad y relieve. Uno de los grandes logros de la película, es su sobriedad narrativa, no hay estruendo, no hay denuncia panfletaria de lucha de clases, simplemente, va dando pinceladas sutiles que nos van revelando más claramente este retrato social. 




El velo se va destapando y vemos que Val, que en un principio observamos que es tratada casi como una igual en la familia, vamos descubiriendo luego que no puede bañarse en la piscina (verdadero símbolo limítrofe de la inclusión-exclusión), que duerme en un cuartucho dentro de la gran casa, que no puede comer sus helados (tiene que comer los de la marca blanca, los baratos), que come aparte, que a nadie le interesa mucho si tiene familia y algo parecido a una vida más allá de la servidumbre, que tiene que usar cofia y uniforme de mucama para servir los aperitivos en las fiestas, pero lo más interesante es que Val entiende todo ello como natural, que así es el orden de cosas y que parece funcionar.

Así, nos enteramos, de repente, que Val, la empleada, tiene una hija (que claro, que ha tenido casi que abandonar para internarse a trabajar en casa de esta familia), y que la hija quiere ir a la ciudad donde vive la madre para presentar un examen de ingreso a la universidad. Resulta revelador el momento en que la empleada le pide a la señora de la casa que su hija pueda quedarse con ellos mientras hace los exámenes; y claro, la patrona se queda asombrada al principio, porque casi olvidaba que Val tenía una hija. Como es muy progre y agradecida con su empleada, le dice que sí, que por supuesto, que faltaría más... y ahí es cuando entra ese tercer personaje, que empieza a cuestionarse las reglas de ese orden y esas jerarquías... como apunté antes, la directora maneja con gran talento la narración, y casi esperamos que todo estalle... pero quizá no...


La directora evita el tópico de la ruptura del círculo vicioso de la exclusión, 
a través de un hombre rico, el personaje opta por la ruptura a través de la educación.


Brazil tiene una potente industria cinematográfica, con una gran escuela detrás, por lo que cuenta con grandes actores. Y sin duda, madre (Regina Casé) e hija (Camila Márdila) ofrecen un papel convincente, que logra tocar profundamente y con gran frescura al espectador. La madre representa la actitud servil que acata las jerarquías como leyes, la hija, que ha estudiado y aspira a entrar a la universidad, representa esa inconformidad con esas jerarquías y se plantea las relaciones de manera más horizontal, es decir, desde la igualdad... Sin duda el personaje de Jessica, la joven hija, es fabuloso. Muylaert se cuida de no caer en el tópico de la chica sexy de barrio, pero sin duda, todos caemos fascinados a los pies de Jessica cuando nos acercamos a su potente personaje: segura de sí misma, defiende sus ideas, y a la vez tiene una voluntad asombrosa. 


La directora Anna Muylaert.


Muylaert da visibilidad a estas cuidadoras, que suelen abandonar sus propios hijos para sobrevivir y cuidar así los hijos de las mujeres exitosas. Cabe mencionar que la presidenta de Brazil, Dilma Rousseff , hace tres años, dictó una ley que prohibe a las empleadas domésticas vivir en casa de los patrones (lo que conllevaba a realmente no tener horarios establecidos, ni días feriados legalmente estipulados, estaban a disposición todo el tiempo) y ha recibir un salario regulado.

La película escapa del estruendo, no vemos el estallido como una bomba, pero hay estallido, todo se trastoca, e incluso, puede haber algo parecido a los finales felices; aquellos en las que sus personajes se permiten decidir y escoger un camino. Sin duda, una de las mejores películas que he podido disfrutar de este año. No se la pierdan.



5 comentarios:

  1. La verdad, del cine brasileño solo conocía a Glauber Rocha, con aquel impresionante "Deus e o Diablo na terra do sol". Sin duda, todo lo contrario de esta película que reseñas; en Rocha todo era aparato, lucha de clases, lucha colonizador-colonizado, bandidos contra burgueses. Brillante, sin duda, pero un poco pasado de moda. En cambio, la peli de la Muylaert tiene pinta de ser mucho más sutil, como tú la cuentas. La buscaré.
    Saludetes

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  2. Yo vi una de Glauber Rocha hace poco y te doy toda la razón, le ha pasado el tiempo. Pero el cine brasilero es muy bueno, cuentan con una industria muy profesional, y es una pena que no todo llegue por estos lados. Y que tengan que ganar festivales para poder verlas, sino, es muy difícil.
    Saludos

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  3. Claudia, comparto tu entusiasmo por esta película, que te ofrece más de lo que pudiera parecer a primera vista. Excelente guión y construcción del conflicto sostenido, y unos personajes de madre e hija, como dices, estupendos. Qué fuerza tiene el personaje de la hija.
    Desde la distancia uno podría pensar que en esa casa donde el orden reinante - en apariencia progre, pero tremendamente clasista - se empieza a desmoronar, hay mucho reflejo del cambio político y social que llevó al poder a Lula y hoy día a Dilma. Por cierto, desconocía esa ley de Dilma de prohibición de tener internas en casa. Ojalá esos terrenos conquistados no se pierdan con esta nueva ola conservadora que parece envolver Lationamérica.

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  4. Por fin pude ver esta película Claudia, que gracias a ti, tuve mucha curiosidad por ver.
    Coincido contigo en que está muy, muy bien llevada, sin estruendos pero con unos personajes creíbles, naturales y vivos.
    Creo que es fiel reflejo de una realidad, de la que tampoco estamos tan lejos, incluso aquí en España y no hace tantos años.
    Sin embargo, yo me quiero deleitar con el personaje, sobre todo cuando se profundiza de esta manera y da lugar a dar un paso más allá. Quiero decir, que más allá de la historia social que la película cuenta, o que aparentemente cuenta, creo que está esa segunda madre que da título a la película. Creo que es tan acertado, el título, que encierra en sí toda la esencia de lo que vemos. Es la segunda madre, ese personaje efecto de una realidad social, que se salta a la primera madre, un eslabon que está suelto del anterior. Me conmueve totalmente el final, porque veo simbolismo en todo él. Ella se mete en la piscina, pero no del todo, tímidamente, sólo medio cuerpo. Ella se va de la casa, pero para ir a otra casa, a servir también, a cuidar a otro niño, esta vez de su sangre, pero igualmente a seguir viviendo en ese papel relegado de "segunda" madre al que parece que la vida le ha ligado para siempre.
    El buen cine tiene esto, te empuja a dar un paso más, no es sólo la historia como excipiente, que cuando es buena te permite llegar a la esencia, sino esa misma esencia, que está casi, casi, detrás de la cámara misma. Tal es la profundidad de lo que dice.
    Muchas gracias por llevarnos hasta estas buenas historias.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Fantástica reflexión, Viena, totalmente de acuerdo.
      Un abrazo

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